jueves, 9 de octubre de 2008

El pecado capital de las feministas

Las feministas han cometido un "pecado capital", a mi modo de ver, que las inhabilita ante mis ojos y me impide apoyar su causa. En realidad, han cometido muchos "pecados" que podríamos tildar de "excesos" en su lucha, pero podría perdonarles casi todos si no todos, de esos.

Pero hay uno que es imperdonable: defender el aborto como un derecho de la mujer.

Al actuar así, las feministas están cometiendo (ampliado millones de veces) el mismo error que pretenden combatir. Me explico: ellas pretenden estar en una posición de igualdad con el hombre, porque "antes estaban explotadas, humilladas, maltratadas" y eso no puede seguir siendo así. Sin embargo, no dudan en permitir que se haga lo mismo con otros seres humanos, los no-nacidos, y de un modo mucho más horrendo: con el asesinato y descuartizamiento de esas indefensas criaturas. ¿Hay alguna forma peor de explotación, humillación y maltrato?

Por eso YO NO SOY NI SERÉ FEMINISTA. Hay muchas acciones y declaraciones de las y los feministas por las que me siento agredido en mi dignidad como hombre, pero la razón profunda que me hace detestar esa ideología es, principalmente, su apoyo al aborto. Uno puede estar de acuerdo o no con cierto partido político pero si, como es el caso del Nacionalsocialismo, defiende el genocidio como forma de gobierno, no sólo no se puede apoyar a ese partido, sino que habrá que combatirlo con todas las fuerzas. Eso me pasa a mí con el feminismo (y los partidos que lo han tomado como bandera). Creo que es un cáncer que le ha salido a nuestra sociedad. Y los "ideólogos al uso" -intelectuales creo que les queda grande-, en vez de denunciarlo y combatirlo como sería su deber (bien se aplican a ello en el caso de los nazis), se han embobado con esa idea romántica de "la mujer rescatada", no de la alta torre de un castillo sino -ahora- del oprobio de la historia. Y la han elevado (la idea) a los altares del poder. Y tragan con todo lo que las feministas excrementen, incluyendo en el mismo lote lo de legalizar el aborto.

Esta sociedad occidental necesita una nueva revolución. La Revolución Francesa permitió que inmensas capas humildes de la sociedad empezaran a ser tenidas en cuenta en el gobierno de las cosas públicas. La Guerra Civil de los Estados Unidos permitió la abolición de la esclavitud. Otras revoluciones, a pesar de los muertos que inevitablemente producen, han conducido a ciertas liberaciones de los pueblos.

Queda una revolución pendiente: la de salvar a los más indefensos, a los niños rechazados por sus madres en el mismo útero, pero sobre todo por una sociedad egoísta que mira hacia otro lado mientras son masacrados.

¿Quién hará esta revolución? No esperemos que la hagan los propios nasciturus. Sabemos que no pueden, y por eso la revolución que les devuelva la dignidad de personas es la más justa de todas las revoluciones.

No sé por dónde vendrá la salvación de los indefensos. Somos incapaces de salvar a los niños-soldados de África y a otros muchos niños abandonados, explotados, maltratados a lo largo y ancho de todo el mundo. ¿Podremos rescatar a los indefensos que -cerca de nosotros- están amenazados, no ya tanto por sus madres, como por una ideología genocida y una industria que gana -ahora legalmente- millones de euros despedazando seres humanos?.

Tal vez su salvación venga por un lado que nadie parece desear en España y que mayoritariamente rechazamos: cuando nos hundamos en nuestra decadencia y no podamos defender nuestros valores, porque esos valores no eran tales, vendrán (ya están viniendo) gentes de todos los puntos cardinales y nos invadirán pacíficamente, y nos impondrán nuevas leyes, emanadas de religiones que pensábamos muertas o lejanas, y nos quitarán nuestras libertades y nos obligarán a ser "políticamente correctos" según sus gustos. Pero también puede que salven a los que no han nacido, porque seguramente prohibirán el aborto "como contrario a Alá y a las enseñanzas de Mahoma, su profeta".

Yo no soy creyente, pero no entiendo cómo una causa tan claramente justa como es la de la lucha contra el aborto (en cualquiera de sus formas) se está dejando en manos de la Iglesia y de los católicos. ¿Tan idiotas nos hemos vuelto los no creyentes o los católicos de medio pelo? LA LUCHA CONTRA EL ABORTO (Y POR EXTENSIÓN, LA DEFENSA DE TODOS LOS NIÑOS) ES UNA LUCHA JUSTA, LA MÁS JUSTA DE TODAS LAS LUCHAS. ¿Por qué estamos adormecidos? ¿O es que estamos borrachos de consumismo? ¿O nos ha hipnotizado la TV?... ¡VAMOS, ES HORA DE DESPERTAR!

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