martes, 30 de enero de 2018

Málaga: un funcionario gana ocho juicios contra el "enchufismo"

Un funcionario gana ocho juicios contra el "enchufismo" en el Ayuntamiento de Málaga

* Wenceslao Alonso denuncia que la asignación de las jefaturas vacantes en el Consistorio se basa en "criterios subjetivos y relaciones personales" y ha obtenido ya diez sentencias favorables, ocho de ellas firmes

* El TSJA detecta "serias irregularidades" en la publicidad y la motivación del nombramiento de tres jefes de negociado

* "El sistema es: "Me voy a granjear a la concejala de turno a ver si consigo que me dé una jefaturita"", asegura Alonso

Néstor Cenizo
24/01/2018 - 21:02h
El Diario

La primera vez que se puso la toga de abogado, Wenceslao Alonso le dijo al juez una frase redonda y con sustancia: "Señoría, la derrota se admite pero la injusticia hay que combatirla". Alonso, funcionario del Ayuntamiento de Málaga, se representaba a sí mismo contra el Consistorio en un juicio en el que ponía en cuestión la forma en que éste cubre las jefaturas. "El sistema es: "Me voy a granjear a la concejala de turno a ver si consigo que me dé una jefaturita", explica Alonso: "Es un sistema generalizado. Es enchufismo, trato de favor, desviación de poder, fraude".

Los tribunales le han dado la razón en diez ocasiones, la última vez mediante sentencia de 2 noviembre de 2017: el Tribunal Superior de Justicia anula tres nombramientos y afea al Ayuntamiento que cubra determinadas plazas utilizando "mecanismos de designación aleatorios" y "al margen" de los principios de igualdad, mérito y capacidad.

Esa resolución es la última de una larga serie de sentencias que, desde septiembre de 2015 y promovidas por Alonso, vienen dictando los tribunales: hay ocho sentencias de primera instancia ya firmes y dos del TSJA que dan la razón al funcionario frente al Ayuntamiento. El 18 de septiembre de 2015, los magistrados del TSJA concluyeron que el nombramiento de una jefa de negociado había vulnerado el principio constitucional de igualdad en el acceso a la función pública. El puesto había estado vacante durante dos años y cinco meses, hasta que el Ayuntamiento de Málaga decidió que había llegado el momento de cubrirlo por la vía de urgencia y en comisión de servicios, sin acudir a concurso de méritos. Nombró a una persona de confianza sin publicitar la vacante. Alonso aspiraba al puesto y decidió recurrir.

Funcionario desde hace 19 años, Alonso comenzó a estudiar Derecho por la UNED en 2006, levantándose a las 6 de la mañana, para ascender de categoría profesional. Terminó en 2011, y a partir de entonces empezó a enviar su currículum a la jefatura de personal cuando se enteraba de jubilaciones o vacantes próximas. La licenciatura no le ha servido, de momento, para ascender de categoría en el Ayuntamiento, pero sí para bregarse como abogado. Frustrado porque ni siquiera se convocasen las vacantes, se colegió, pidió la compatibilidad con su puesto y empezó a defenderse a sí mismo en los procedimientos judiciales, que inicia después de que su candidatura sea rechazada sin motivos.

Las resoluciones de los tribunales concluyen que el Ayuntamiento de Málaga usa la figura de la comisión de servicios (excepcional, temporal y para casos de urgencia) para cubrir jefaturas, esquivando así los principios constitucionales que previenen el enchufismo en la administración pública. La sentencia del 2 de noviembre, última de esta serie, advierte de "serias irregularidades" en el nombramiento de tres jefes de negociado y censura la falta de convocatoria pública y la deficiente motivación de los nombramientos. Confirma así lo que ya había concluido el juzgado de instancia: que el Ayuntamiento vulneró los principios e igualdad, mérito, capacidad y publicidad.

El sistema del Ayuntamiento se sostiene sobre la ausencia de la relación de puestos de trabajo (RPT) de la que deben disponer todos los Consistorios. Como no hay RPT, el Ayuntamiento alega que no puede convocar concurso de méritos y que tiene que utilizar la comisión de servicios. "Es la utilización perversa, abusiva y generalizada de la comisión de servicios", opina el funcionario. Hay personas que llevan 16 años provisionalmente en una jefatura del ayuntamiento de Málaga, que no ha contestado a las preguntas sobre la inexistencia de RPT, el cumplimiento de las sentencias y los motivos de sus recursos.
Expediente archivado, convocatorias "fantasma" y posible prevaricación

"Es lamentable que a la sexta ciudad de España haya que llevarla a los tribunales para que respete el derecho fundamental de acceder a los puestos de trabajo en función de los principios de igualdad, mérito y capacidad", protesta Wenceslao Alonso.

El suyo es ya un asunto casi personal. En 2013 escribió una carta al director en La Opinión de Málaga, que decía así: "Siempre me ha gustado ser servidor público (…) Pero poco a poco te das cuenta de que todo eso no sirve para nada. Absolutamente. Ni formarse, ni la experiencia, nada. Que los méritos son otros. Hay otros criterios. Y eso te desmoraliza, te “quema” y acaba afectando a tu día a día en el trabajo. La desmotivación es absoluta. ¿De qué sirve esforzarse? Te sientes marginado, ninguneado, maltratado".

En una  petición en Change.org denunció que los nombramientos se basan en "consideraciones subjetivas y relaciones personales". Wenceslao Alonso fue expedientado por el Ayuntamiento por un presunto "comportamiento inadecuado". El expediente disciplinario, que podía desembocar en hasta tres años de suspensión de empleo y sueldo, se abrió después de que él iniciara su batalla legal. Se archivó y ha presentado una demanda por vulneración de su derecho al honor. Cree que fue una represalia.

A raíz de las sentencias, el Ayuntamiento ha empezado a publicitar las convocatorias, pero para Alonso se trata de "convocatorias fantasma", donde "siguen nombrando a quien les parece". En la reciente convocatoria de la jefatura de negociado de atención a personas sin hogar, el candidato se selecciona previa propuesta "motivada" en función de "la experiencia, conocimiento de funciones a desarrollar, titulación académica, formación, la obtención de premios a la calidad, etc" (sic). No hay un baremo para valorar cada uno de los méritos. Como suele tener información de quién va a ser el designado, Wenceslao Alonso está documentando ante notario los futuros nombramientos. "Cesan a la persona, convocan el puesto, nos presentamos diez o doce y vuelven a nombrar al mismo, incurriendo en prevaricación", explica.

La mala praxis del Ayuntamiento de Málaga en la selección de jefaturas se añade a los casos de contratación de falsos autónomos, algunos  ya sentenciados. Alonso está elaborando ahora una lista de relaciones familiares en el Ayuntamiento. "Aquí lo que hay que hacer es tener padrino. El día que metan mano, nada más que en materia de personal…", asegura. "Tienen la idea de que esto funciona como una empresa privada pero en la administración, con dinero público, no se puede hacer eso", concluye el funcionario.

sábado, 6 de enero de 2018

Los peligros de la Nueva Era (II)

(Es continuación de esta entrada)

La Nueva Era es un movimiento sin agenda unitaria. Sin embargo, según advierte Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), sí tiene una finalidad común: el cambio de conciencia. Esta transformación tiene que ser “tanto personal como global, llevando a un cambio de paradigma. La psicología, la ciencia, la ecología, la religión, la medicina, la filosofía… todo esto tiene que cambiar”.

Ese cambio comenzó en la década de los sesenta, época del jipismo y la “cultura alternativa”. Fue entonces cuando el término Nueva Era se popularizó para anunciar la inminente llegada de una nueva civilización de paz, armonía y amor universal. La letra de la canción Aquarius del musical Hair (1969) –hoy usada en anuncios de TV– lo pregona: “Cuando la luna esté en la séptima casa, y Júpiter se alinee con Marte, entonces la paz guiará a los planetas, y el amor conducirá a las estrellas. Es el amanecer de la Era de Acuario… Abundarán la armonía y la comprensión… una revelación mística cristalina, y la auténtica liberación de la mente…”.

Para lograrlo, la Era Cristiana debía dar paso a la nueva era astrológica de Acuario, que traería consigo una transformación definitiva en la conciencia de los hombres. Stratford Caldecott señala que cada vez son menos los que piensan que esto es inminente, sin embargo, todavía hay quienes tienen la esperanza del advenimiento de una Nueva Era: “Algunos se ven a sí mismos viviendo un período complejo de ‘oscuridad’ antes de que nazca la nueva civilización y llegue por fin la conciencia religiosa mundial”.

José Luis Pivel, filósofo y teólogo que ha investigado el fenómeno, indica que la adquisición de esa ‘conciencia integral’ se basa en la experiencia de sí mismos, en el esoterismo y en fenómenos ocultos. Durante la transición de la Era de Piscis (Era Cristiana, que va del año 4 d. C. al 2.146 d. C. según algunos astrólogos) a la Era de Acuario (del año 2.146 d. C al 4.296 d. C), se prepararía a los “hombres nuevos”, algo así como una nueva especie de superhombres o seres con la misma conciencia de Cristo.

Pero “el Cristo” que predica no es la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad. La Nueva Era se refiere a Dios como la Energía Divina, la Energía del Amor o la Gran Inteligencia Universal. “Su propósito es que toda la humanidad llegue a ‘la conciencia de Dios’, que es la conciencia de que cada uno es dios”, subraya Pivel.

En este orden de ideas, Luis Santamaría puntualiza que “las personas deben descubrirse como partes de un Todo, que lo abarca todo, y todo lo diviniza. No hay diferencia entre la divinidad y la humanidad, ya que somos chispas de la gran energía divina universal”. Así, la energía viene a sustituir a Dios y su gracia. En esta espiritualidad –insiste Santamaría– “no hay un Dios que dicte lo que está bien y lo que está mal. La salvación se consigue por el propio esfuerzo. Se propone una gran variedad de métodos y técnicas, de cursillos y prácticas, para lograr el perfeccionamiento personal”.

¿Quiere decir entonces que las prácticas de la Nueva Era son malignas? Stratford Caldecott afirma que algunas prácticas asociadas a ciertos grupos de la Nueva Era son nocivas y peligrosas, como pueden ser los ‘espíritu guía’, la dependencia de la astrología, o la participación en la regresión a vidas pasadas.

Hay otras que resultan más ambiguas, como el yoga o ciertas formas de meditación o de terapia, por ejemplo. Algunas, no son necesariamente perjudiciales –como la acupuntura–, pero el peligro de ser ecléctico es terminar eligiendo lo que a cada uno le parece suficientemente atractivo, sin examinar si es cierto y así caer en un especie de “consumismo” espiritual inquieto, que es muy perjudicial para el desarrollo de la fe.

Clare McGrath-Merkle, quien estuvo involucrada en yoga, reiki y oración centrante durante varios años, y sufrió dolorosas consecuencias, adopta una postura más contundente: “Hay razones complejas para evitar estas cosas. El discernimiento puede ser difícil… Por eso, suelo decirle a los católicos que uno puede tomar un vaso de agua limpia y añadirle una gota de veneno, entonces ya no tendrá un vaso de agua pura con un poco de veneno, sino agua envenenada. Si uno está navegando y dirige el barco algunos grados al margen del rumbo, puede alejarse kilómetros de su ruta en cuestión de días”.

¿Buscar una “alternativa”?

Stratford Caldecott, en su texto “Catholicism and the New Age Movement” (El catolicismo y el movimiento Nueva Era), que será publicado en The Catholic Church and the World Religions (La Iglesia Católica y las Religiones del Mundo, Ed. Gavin D’Costa, 2011), demuestra algunas contradicciones en los planteamientos de la Nueva Era.

Se busca someterse a una autoridad (un gurú, por ejemplo), pero se evita a toda costa la autoridad real de la Iglesia, instituida por Cristo. Se busca el amor, pero se rechaza el compromiso de por vida. Se respeta la naturaleza, pero se quiere escapar de las limitaciones que ésta impone. Se quiere llegar a ser inmortal, pero a la vez se pretende evolucionar hacia algo diferente y mejor a sí mismo.

Manuel Guerra, sacerdote miembro de la RIES y autor de 100 preguntas-clave sobre ‘New Age’, apunta una incoherencia más: “la Nueva Era se presenta como la ‘alternativa’ de las religiones, la medicina, la música, la dietética… tradicionales, pero ‘alternativa’ no significa que cada uno podrá escoger. Se trata de una alternativa sustitutiva, o sea, que cuando llegue el ‘Aguador’ que nos va inundar de paz, gozo y armonía, va a tener lugar la desaparición de las religiones (especialmente del cristianismo), y la imposición generalizada e inevitable de la espiritualidad, la terapéutica, etc., de la Nueva Era”.

Por eso él advierte de que Nueva Era y cristianismo son mutuamente excluyentes. Para ilustrarlo, basta con fijarse en una creencia como la reencarnación, propagada en Occidente por la Nueva Era: “Quien cree en la reencarnación (‘renacimiento’ en el budismo) no cree en la redención, ni en Jesucristo Redentor, ni en la gracia divina, ni en la subsistencia del alma espiritual entre la muerte y la resurrección, ni en la resurrección de los muertos, ni en el infierno, ni en la purificación tras la muerte (Purgatorio)…”.

Ante la confusión que han generado estas creencias, Stratford Caldecott –él mismo ex simpatizante de la Nueva Era y converso– recuerda que Juan Pablo II y Benedicto XVI han pedido responder a la Nueva Era con una “Nueva Evangelización”. “Hacen falta sacerdotes católicos que comprendan las razones por las que las personas podrían sentirse atraídas por ideas y prácticas de la Nueva Era, además de ofrecer una ‘catequesis continua’ sobre los misterios y los símbolos de la fe”.

(Extracto de un artículo sobre el mismo tema basado en otro de la revista Misión de diciembre de 2010).

Los peligros de la Nueva Era (I)

(Extractos de un artículo on-line basado a su vez en otro de la revista Misión, diciembre de 2010)

A través de prácticas orientales, mezcladas con la parapsicología y el ocultismo –entre otras creencias y técnicas– la Nueva Era nos promete lograr un mundo sin distinción entre las religiones, donde se vive en armonía con la Madre Tierra y cada ser humano disfruta de una salud holística. ¿Esta cosmovisión podría llegarse a materializar? ¿Qué hay más allá de todas estas promesas?

Por Isabel Molina E. y Ángeles Conde
 
¿Te suena familiar alguna de estas frases?: “Haz lo que te dicte tu corazón”, “voy a enviarte energía positiva”, “crea tu propia realidad con el pensamiento”, “reinvéntate cuantas veces quieras”, “alcanza la sabiduría interior”, “desarrolla tu potencial”, “aprovecha la energía sanadora del universo”, “visualiza cualquier cosa que desees conseguir”… ¿Sabes qué tienen en común? Estas expresiones, cada vez más frecuentes en el lenguaje cotidiano, se presentan como la pa­nacea para lograr paz, amor, salud, prosperidad y felicidad. En estos tiempos de crisis económica, ¿quién no se aprovecharía de semejante oferta para mejorar su situación? Pero, ¿realmente nos llevan a ese camino de bienestar que prometen?

Visualizar una meta al trazarse un proyecto es algo normal en el proceso de planificación. Querer cambiar algún aspecto de nuestra vida que no marcha bien es lógico y razonable. Hacer lo que está en nuestras manos para solucionar un problema o curar una enfermedad es propio del ser humano… Sin embargo, detrás del modo en que están formuladas estas frases hay toda una filosofía que promete un “magnetismo” o capacidad para atraer a nuestra vida todo aquello que visualizamos, y presenta el universo como si fuera un dios con el que tenemos que trabajar al unísono para que se hagan realidad nuestros anhelos.

Es la cosmovisión de la Nueva Era, un movimiento ecléctico que toma creencias y prácticas prestadas de gran cantidad de fuentes: ideas y tradiciones de Asia, las religiones paganas y el antiguo gnosticismo; creencias del budismo, el hinduismo, el zen, y las religiones indígenas de América; técnicas de la parapsicología, la salud holística y el ocultismo; investigaciones científicas como las teorías de Darwin y la física cuántica, entre otras.

Este movimiento se ha ido extendien­do entre nosotros a la velocidad del fuego. Basta mirar alrededor para encontrarnos con la proliferación de clases de yoga, prácticas adivinatorias, terapias alternativas, sanación por medio de la ener­gía universal, meditación trascendental y oración centrante, cursos de desarrollo del potencial humano y centenares de libros de autoayuda. Todo ello con un envoltorio sofisticado y un lenguaje seductor que conquista al hombre de hoy.

Lo curioso es que, tal como indica Stratford Caldecott, director del Centro de Fe y Cultura de la Escuela de Artes Liberales Tomás Moro en Oxford, “los únicos elementos nuevos de la Nueva Era proceden del toque moderno que se le da a estas ideas”. Sus orígenes son tan remotos como los movimientos teosóficos y espiritualistas del siglo XIX y comienzos del XX, pero también hay que irse a las antiguas herejías gnósticas que se extendieron en los primeros días del cristianismo e, incluso, varios siglos antes de Cristo.

Son creencias y filosofías antiguas, adaptadas al hombre actual, y cada uno tiene la posibilidad de construirse una espiritualidad a su medida según el momento que atraviesa en su vida. De ahí que la expansión del relativismo haya sido clave para su propagación. El documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida (2003), editado para dar una respuesta cristiana a la Nueva Era, explica que el grado de acogida que ha alcanzado este movimiento se debe a que “la cosmovisión en que se basa ya estaba ampliamente aceptada. El terreno estaba bien preparado por el crecimiento y la difusión del relativismo, junto con una antipatía o indiferencia hacia la fe cristiana”.

Es más, uno de los objetivos principales de la Nueva Era es desprestigiar a la Iglesia católica, encargada de salvaguardar las verdades de la fe. Libros como El código Da Vinci y películas como La brújula dorada (2009) –basados en parte en la filosofía de la Nueva Era–, dan testimonio de ello. Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), comenta que “las distintas corrientes de la Nueva Era propugnan, anuncian y defienden la Era de Acuario, una época nueva en la que se dará el paso de la religión (mala) a la espiritualidad (buena), dejando de lado todo lo institucional”.

Pero además, este movimiento se propone instaurar esa nueva espiritualidad. La propuesta se basa en una religión sin exigencias dogmáticas, morales o institucionales, que aboga por la fusión entre las religiones. De ahí que sus seguidores prefieran distanciarse de la palabra “religión” y hablan de una “espiritualidad”, “un término más difuso en el que están más cómodos”, puntualiza Santamaría.

(Continua aquí)

Los peligros de la Nueva Era (introducción mía)

EStaba borrando viejos borradores de correos electrónicos que finalmente no envié, o que quedaron como borrador duplicado y sí los envié... El caso es que me he encontrado con estas anotaciones que pensaba enviar a algún conocido. No sé si finalmente se las remití. Pero al releerlas creo que merecen un hueco en el ciberespacio, antes de destruir definitivamente el borrador.

Aquí están, algo adaptadas.
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Yo ya había oído cosas sueltas de estas por ahí, pero no tenía idea de que conformaban una nueva "religión" o seudo-religión que intenta implantarse entre nosotros de una manera muy sutil.

Ejemplos:

Una ex-compañera de trabajo me dijo que "las piedras tienen energía" (sí, energía cinética cuando te las tiran a la cabeza, o radioactividad si se trata de pechblenda -caso muy raro-, pero ella se refería a piedras normales, a los cantos de río, por ejemplo, esas piedras redondeadas y de diversos colores, etc...). Al principio pensé que le faltaba un hervor a la señora. Luego he ido hilando cabos.

En un libro (y algunas revistas) que  cayó en mis manos se decía que en el siglo XXI empezaba la Era de Acuario, en la que las religiones serían sustituídas por la Ciencia.

Algún amigo me ha dicho que si deseas algo con todo tu ser, consigues que ese deseo se haga realidad... (él lo probó y no lo consiguió).

Todo esto son ideas que emanan de esa filosofía llamada Nueva Era, que sugiere que el ser humano está en contacto con la armonía del Universo a través de una energía especial (que los científicos aún no conocen), etc.

Otras cosas que se oyen por ahí:
"energía positiva/negativa"
"vibraciones positivas/negativas"
"Dios está en todas las cosas del Universo"
"Dios y el Universo son la misma cosa"
"Yo creo en la reencarnación"
"La Tierra es la madre Gaia"
"Las pulseras sanadoras"
"Las pulseras magnéticas (y/o energéticas)"
"Reencontrarse/reconciliarse con el Cosmos"
"Cargarse de Energía Cósmica"
Etc.

¿No te suena todo esto?

Yo creía que eran frases sueltas que no tenían ninguna importancia, que la gente las decía porque sonaban bien y nos hacemos eco de aquello que nos gusta como suena, aunque no conozcamos su sentido profundo.

Cualquiera con un poco de estudio sabe que las piedras no tienen energía (al menos, esa energía mágica y sanadora que les pretendía mi ex-compañera), etc. pero algunos otros engaños son más sutiles. Como el recurso a la ecología, a la vuelta a lo natural, la Madre Gaia, etc. que nos suena muy bien y nos cautiva.

Todo ello brota de esa corriente pseudo-filosófica o pseudo-religiosa, aunque pretende ser científica -y en ese sentido es pseudo-científica- llamada Nueva Era, que hace un refrito de diversas ideas modernas (p.ej. el ecologismo) y creencias ancestrales (todas paganas). Quizás esto ya lo sabías, pero la mayoría no lo sabe.

Por eso me ha parecido muy interesante este artículo que explica (desde la óptica de la Iglesia Católica, aunque yo no soy creyente, pero me pareció muy instructivo), lo que es y los peligros de la Nueva Era. Está sacado de la revista Misión de diciembre de 2010 (www.revistamision.com). Por desgracia, no he conseguido encontrar on-line un ejemplar de la revista original, a pesar de que la web de esa revista contiene ejemplares atrasados que se pueden consultar o descargar con formato pdf.

Lo que me preocupa de esta filosofía no es el engaño que pueda causar a tantos, puesto que hay engaños más o menos "inocuos". Otros no lo son tanto, cuando se prometen cosas que no se van a cumplir. Esto puede causar frustración, depresiones y suicidios.

Otro aspecto del problema es si nos lleva a un paganismo amoral, a una sociedad cruel y sin reglas claras, donde se recuperen los sacrificios humanos (estamos a un paso de ello, con la proliferación del aborto asumido como un derecho por las leyes) como en las antiguas religiones (Aztecas, etc.) y se acabe cortando la mano al ladrón, como ya ocurre en algunas partes del mundo, o cosas por el estilo.

Es un poco largo, pero merece la pena leerlo entero aunque sea en ratos.

Debemos estar enterados de lo que nos rodea, porque antes o después nos afectará. ¿No habéis visto las "pulseras sanadoras" o "pulseras energéticas" en las muñecas de algunos políticos?. Ellos creen en esas cosas, y son los que nos gobiernan. A mí esta ignorancia de nuestros próceres me da miedo. La cantidad de memeces y -peor aún- cosas peligrosas que se pueden poner en las leyes en nombre de sus ideologías. Que no nos pase nada si no estamos al tanto.

("Los peligros de la Nueva Era" fue un publicado en la revista Misión, diciembre 2010. Tengo esta reseña pero no encuentro el texto original en estos momentos. Por eso me baso en lo publicado on-line por otra web católica que hace referencia a ese artículo).

(Continuación)