domingo, 12 de octubre de 2008

Cómo me afecta la crisis

La verdad es que, a mí, esto de la crisis casi me mueve a risa. Que por cuatro hipotecas impagadas en EE.UU. se venga abajo todo el sistema financiero internacional... no sé, suena a película de ciencia ficción.

Los periodistas todo el día dando la matraca. ¿Tantos intereses tienen ellos en los bancos y en la bolsa? Seguramente sí porque, aunque hay muchos periodistas en paro, en trabajos que no son lo suyo, o con colaboraciones de hambre, los "grandes" periodistas de los grandes medios seguramente tienen sueldos astronómicos. Así que si caen los bancos y la bolsa, les hace "pupa". Y por eso deben estar tan obsesionados.

A los que, como yo, no tenemos dinero en el banco ni mucho menos en la bolsa, este huracán financiero nos parece más bien una tormenta en un vaso de agua.

No sé de dónde sale tanto pánico. Si los gobiernos han garantizado casi totalmente los depósitos de los ahorradores, el único frente donde puede haber temor es en la caída de las bolsas. Vale. Pero es que las bolsas son una especie de juego. El que juega, ya sabe que puede perder todo o ganar muchísimo.

¿Y a mí? ¿Cómo me afecta la caída de las bolsas? Puede que a través del plan de pensiones que tengo contratado (como retribución en especie) pero creo que es bastante estable porque una buena parte está suscrito a renta fija, así que el interés es bastante bajo. Por lo demás, que las bolsas suban o bajen me trae sin cuidado.

Además, ahora que bajan, muchos aprovecharán a comprar acciones, que ahoran están baratitas y luego, a esperar que todo se tranquilice y las bolsas recuperen su tono habitual. Entonces, esos avispados (que son los de siempre) venderán con suculentas ganancias. Es decir, que detrás de cada amenaza también hay siempre una oportunidad. El coger único pelo de esa oportunidad ("a la ocasión la pintan calva") es la cosa.

Los que llevamos años "en la crisis" peleando por llegar a fin de mes, todas estas noticias alarmistas sobre la economía no pueden sino arrancarnos alguna sonrisa socarrona. Puede que todavía lo peor para nosotros esté por llegar pero, ¿puede ser peor?.

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