domingo, 1 de febrero de 2009

Víctimas colaterales del aborto

Un familiar que se ha enterado de mi militancia contra el aborto me ha comentado que le parece muy bien y que me apoyan, tanto él como su esposa.

Ellos sufren en silencio el dolor de no poder tener hijos naturales. Les encantaría adoptar a un niño, pero no hay en España. Han explorado la posibilidad de adoptar alguna niña china, pero han llegado a la conclusión de que es mucho dinero a entregar a los gobiernos con fines poco claros. Ellos aceptarían que ese dinero (unos 15.000 euros en el caso de los niños chinos) revirtiera en favor del niño adoptado, por ejemplo a través de una cuenta a la que sólo podría acceder el niño al llegar a su mayoría de edad, o para pagar sus estudios universitarios, etc. pero no quieren colaborar a enriquecer a los jerarcas chinos que gestionan las adopciones internacionales.

Esta pareja estuvo entrevistándose con doctores para mejorar sus posibilidades de conseguir un embarazo natural, a través de técnicas que no manipulasen embriones. La técnica de aumentar la ovulación de la mujer está descartada en la actualidad porque daba lugar a embarazos múltiples (sextillizos y más) y -en algunos casos- los doctores presionaban a los padres para que "sacrificasen" (asesinasen) a algunos de los embriones y dejasen sólo uno o dos viables. En definitiva, un arma que debería servir para luchar por la vida se estaba convirtiendo en otra cabeza de esa hidra llamada aborto.

Existen otras técnicas que pueden mejorar la fecundidad de la pareja, ya que no se trata de una esterilidad de alguno de ellos, sino de un rápido tránsito del óvulo por las trompas de la mujer. Pues bien, estos médicos que consultaron mis familiares, se negaron a facilitarles el acceso a estas técnicas (medicamentos, o lo que sea). Su postura era que esta pareja debería someterse a técnicas de manipulación de embriones y, al negarse ellos, les dieron carpetazo y les dejaron abandonados.

Esta pareja no quiere denunciar a esos doctores por su falta de asistencia, aunque creen que legalmente podrían hacerlo. Por razones de conciencia (ambos son cristianos practicantes) no quieren llevarles a juicio (un error, en mi opinión, ya que están permitiendo que esos doctores sigan usando su influencia en otras parejas que, "motu propio", no elegirían la manipulación embrionaria. Al no tener la amenaza de una demanda, estos doctores seguirán campando sin escrúpulos).

Este familiar me confesaba su dolor al ver que tanta gente aborta mientras que ellos (y otros muchos matrimonios) estarían dispuestos a adoptar a esos niños si sus madres les salvaran del aborto y les dejaran vivir. Estarían dispuestos, me decía, a aceptar incluso alguna modalidad de acogimiento que no rompiera totalmente los vínculos del hijo con la madre: que ella pueda ir a verle cuando quiera -si quiere-, y cosas así.

Después de hablar con él me quedó un sabor agridulce en el corazón: por un lado conocía a un hombre que ve cómo se escapan sus últimos años de juventud y se encamina hacia la madurez sin tener un niño a su lado. Por otro lado, veía que mi batalla -y la de muchos otros- contra el aborto es una batalla justa y necesaria, que debe librarse cada día y que tiene muchas víctimas: no sólo al niño asesinado, a la madre traumatizada de por vida... hay otras víctimas colaterales que no salen en los telediarios y que también sufren en silencio la masacre del aborto.

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