El otro día vi la película titulada (en español) "Invictus" ("Playing the enemy" en inglés). Aunque está basada en hechos reales (la transición desde el Apartheid a una democracia occidental en Sudáfrica) no sé si alguna parte, como, por ejemplo, la personalidad del personaje principal, Nelson Mandela, está idealizada o fue realmente así. Pero verdad o ficción, esta película supuso una bocanada de aire fresco para mi alma. Ahí veía yo al verdadero político, al que tanto echamos en falta en España. El personaje caracterizado por Morgan Freeman era la antítesis de Zapatero, siendo ZP la quintaesencia de los políticos españoles. ¿A qué me refiero? Durante la película (insisto en esto, en que es una película y no sé si fue realmente así, aunque es muy creíble) Mandela intenta reconciliar a los dos mundos que conviven en Sudáfrica: el de los blancos y el de los negros. Y tiene que poner en juego su capital político para evitar el revanchismo de unos (los negros, emancipados como raza y nuevos dueños del poder político) y el rechazo de los otros (los blancos, minoría en el país, pero dueños de la riqueza y de otros poderes: Justicia, ejército, etc.). Mandela es rechazado de entrada por los blancos, quienes le tachan de terrorista excarcelado y le ven como un usurpador de sus privilegios. Para los negros, es uno de los suyos, pero corre el riesgo de perder su apoyo ya que no entienden su deseo de potenciar el rugby, un deporte de la élite blanca, hasta el punto de anunciar un campeonato del mundo en Sudáfrica.
Durante toda la película Mandela me parece un político de altas miras. Su objetivo principal es conseguir cerrar las brechas que había dejado el pasado. Él mismo sufrió cautivero durante 27 años en las cárceles del Apartheid y sabía lo dolorosas que podían ser esas heridas.
No voy a contar toda la historia. Sólo quiero conseguir dos objetivos: animar al paciente lector a que vea esta película, ya que merece la pena. El segundo, animar a todos los políticos de este país (son muchos los que me leen) a que también vean la película. Creo que les será inspiradora para su pensamiento y acción política.
En España hubo un personaje que pudo compararse a Mandela: Adolfo Suárez. Suárez tuvo que lidiar con la transición, aunque no tenía el apoyo popular de Mandela. Tuvo que hacer multitud de equilibrios para evitar que las fuerzas centrífugas (nacionalismos, terrorismo, franquismo, ejército, sindicatos, etc.) rompieran la unidad nacional. Muchos no lo entendimos entonces (yo me cuento entre ellos, lo reconozco) aunque ahora, con la perspectiva que da el tiempo, lo vemos mucho más claro. Suárez tuvo que enfrentarse a la prodigiosa empresa de hacer una nueva España sin excluir a nadie. Y lo consiguió con notable éxito, a pesar de no tener el apoyo de la mayoría del pueblo (como Mandela) y de las zancadillas que le iban poniendo incluso los de su propio partido.
Suárez consiguió hacer una transición modélica, dicen, alabada en muchos países extranjeros. Para mi gusto no debió de ceder tanto ante los nacionalismos (especialmente el vasco y catalán) pero, quién sabe, tal vez fue un sacrificio necesario. Consiguió una reconciliación nacional a través de una Ley de Amnistía que "enterraba" (creíamos que) definitivamente los fantasmas del pasado y los muertos de aquella guerra fraticida.
Pero a pesar de todo lo que le criticamos en aquél entonces a Suárez, "alguien vendrá que bueno me hará". Así ha sucedido después. González tuvo amplias mayorías que le dejaron gobernar con bastante holgura, aunque no se atrevió a meter en cintura a los nacionalistas. Más bien se congració con ellos a mayor gloria del "progresismo" (aunque los nacionalismos de entonces eran mayoritariamente de derechas: PNV, CiU, ...). Aznar iba por buen camino, pero la mayoría absoluta de su segunda legislatura le cayó grande y se le agrió el carácter. También quiso poner una vela a Dios y otra al diablo haciendo concesiones excesivas a los nacionalistas.
Pero el summum de la destrucción nacional lo ha alcanzado Rodríguez, popularmente conocido como Zapatero. Este ha elevado los listones de los estatutos (especialmente el catalán y el andaluz, este último con el consenso del PP) hasta dejar al gobierno central casi sin competencias. Ha ampliado el régimen de reinos de Taifas que ya habían empezado otros, amparándose en la Constitución Española. Ha exacerbado el rechazo de lo catalán entre los españoles y de lo español entre los (nacionalistas) catalanes. Ha reabierto innecesariamente la brecha entre los perdedores y ganadores de la Guerra Civil. Ha creado otra división entre los españoles imponiendo asignaturas escolares que promueven los "valores" (por llamarlos así) de la progresía, como son la EpC y la asignatura sobre sexualidad (eufemísticamente: Educación para la Salud Sexual y Reproductiva) que fomentará el derecho al aborto, entre otras cosillas. Ha creado conflictos entre comunidades autónomas por haber echado abajo el Plan Hidrológico Nacional sin siquiera haber intentado aprovechar lo que tuviera de aprovechable. Ahora las comunidades (de cuencas cedentes) creen que todo el agua el suya y pueden hacer lo que les plazca con ella sin contar con las comunidades (de las cuencas receptoras). Rompió el Pacto Antiterrorista con una negociación con ETA en la que no contaba con el apoyo de la oposición. Y suma y sigue.
Zapatero no ha hecho nada por unir a los españoles. Cada vez que abre la boca, viaja a algún sitio, etc. se resquebraja algo más este viejo país llamado España y al que yo, burlonamente y amargamente, a veces llamo Ex-paña.
Por favor, ZP, vete a ver la película "Invictus" y llévate, de paso, a todo el gabinete. Nos vendría bien que todos vosotros, políticos de mentirijillas, la viérais. Este sería otro país. Y no lo que va camino de ser: un puñado de pequeños estados rivalizando con los vecinos, como si nunca hubieran trabajado juntos en pos de algo más grande.
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