martes, 23 de junio de 2009

El peligro del totalitarismo en Occidente

La imagen de la entrada anterior (un montaje fotográfico de Aído con un bebé-zapatero en brazos) me ha hecho reflexionar: si personas sin preparación llegan al poder simplemente por su mejor verborrea y su adscripción a un partido o una corriente ideológica, por su amistad con otro político ya instalado en el poder, etc. ¿no será esto un gran peligro de la democracia?.

Ya hablé de esto en una entrada anterior reciente.

Los estadounidenses presumen de que en su país "cualquiera puede llegar a ser presidente". Esto parece haber quedado patente con la llegada de Obama, un afroamericano. Pero es sólo apariencia: nadie llega al poder sin un partido detrás y sin buenos contactos con ricos que financien las costosas campañas electorales. Eso significa una hipoteca para cualquier presidente que no se financie él mismo la campaña: cuando llegue al poder tendrá que devolver los favores. Y los que pueden financiársela es que ya son ricos, por lo cual pertenecen a una élite que cuida de lo suyo antes que del bien común.

Resumiendo: primero hace falta estar dentro de un partido poderoso y luego tener don de gentes, para ir ascendiendo dentro del partido. Además, hay que tener pocos escrúpulos -o ninguno-, para tragar todo lo que decidan las mayorías (si es que hay democracia interna en el partido) o los poderosos del partido, asintiendo con la cabeza y defenderlo con las palabras, sin fisuras.

La ventaja de los partidos es tienen filtros internos que -supuestamente- sólo dejan pasar a los más preparados. En teoría, de nuevo, porque en realidad los elegidos son los que mejor conectan con los votantes. Porque, al final, los partidos son empresas para ganar elecciones y subir a la poltrona a todos los que tiraron del carro, aunque hay siempre alguno que es la cabeza visible.

Y aquí veo yo el peligro. Pongamos que llega al poder un personaje de fuerte magnetismo (todos lo suelen ser, por lo que dije antes) pero de oscuras intenciones, y que luego se rodea de otros personajes de parecidas ocultas intenciones. Y se ponen a legislar para perpetuarse en el poder, vendiendo con su verborrea y los medios de comunicación afines sus pérfidas intenciones como bondadosas acciones hacia el pueblo. ¿Qué podría pasar?. Pensemos en lo que ocurrió con Hitler. ¿Podrían los resortes de la democracia detener a semejante hidra?. Pensemos que en España, por ejemplo, los partidos mayoritarios (especialmente el PSOE) ya maniobraron hace años para controlar con sus mayorías los órganos de gobierno de los jueces, así como los tribunales Constitucional y Supremo. Poquito a poquito, el poder ejecutivo va engullendo a los otros poderes, hasta que son simplemente unas sucursales más del poder omnímodo.

¿Podrán las masas -adormecidas, acomodadas, indolentes- darse cuenta de la ratonera en la que les están metiendo sus políticos y reaccionar a tiempo?. Algo así parece estar ocurriendo en Irán estos días. Grandes manifestaciones contra unas elecciones fraudulentas. Pero allí no están en una democracia "occidental" sino en una "teocracia" con ínfulas de democracia. Y la gente está muy harta de tanta opresión.

Pero el engaño en Occidente vendría mucho más sutilmente. Ya hemos visto que las apelaciones a la seguridad han recortado derechos civiles en USA y Europa. Otros recortes pueden venir por el miedo al desempleo, o el miedo a ser "retrógrado" (si uno critica las políticas gubernativas o defiende la vida humana), o a través de "homologarnos" con otros países del entorno (argumento muy usado en España en los últimos años), etc.

El viejo eslogan de Zapatero, "Más derechos para todos", esconde una mentira capital: cuando se aumentan los derechos de alguien, se reducen los de otros, como si fueran vasos comunicantes. El eslogan de ahora parece ser (frente a la crisis): "Más dinero para todos", sin que la mayoría se percate de que ese dinero se está robando a nuestros hijos (y a nosotros mismos), porque ellos (y nosotros dentro de unos años) tendremos que pagar el enorme déficit que la chequera de Zapatero está creando.

Esta falta de crítica por parte de la ciudadanía, o quizá es sólo falta de movilización, es lo que me lleva a preguntarme si no existirá un peligro real de totalitarismo -quizá disfrazado- en las democracias de Occidente.

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