viernes, 19 de septiembre de 2008

Aborto

Yo no me voy a poner etiquetas: no sé si soy liberal, socialista, comunista, fascista o ninguna cosa, y no me preocupa.

Pero sí que me confunde la ‘ideología’ del PSOE y otros supuestos izquierdistas que apoyan el aborto (entrecomillo lo de ‘ideología’ porque no creo que el PSOE tenga ninguna otra que mantenerse en el poder a toda costa, así como el PP).

Siempre he pensado que la izquierda trabajaba por defender a los más débiles de la sociedad frente a los más poderosos. Y, para mí, los más débiles son -como dice la declaración de Derechos del Niño- los más pequeños y, entre estos, los nasciturus. Y entre una madre embarazada y su feto, tengo muy claro quién está en situación dominante y quién en posición de dependencia. Si yo fuera un radical de izquierdas diría que la madre es la “explotadora” y el feto “el proletario”.

Por eso creo que todos los partidos que se declaran “de izquierdas” en este país han renunciado a este postulado básico: defender al débil, por otro postulado mucho más pragmático: mantenerme en el poder. Que el PP y otros partidos “de derechas” defiendan el aborto no me extrañaría nada, pues cada hijo es un gasto añadido para los padres y la sociedad, y ya sabemos que esos señores ponen la economía por encima de todo. Pero que lo defiendan los de izquierdas eso ya demuestra hasta qué punto han renunciado a cambiar el mundo y se conforman con perpetuar -legalmente, eso sí- el abuso del fuerte sobre el débil (al final, su religión también es el dinero, como la de los otros).

No soy creyente y dudo mucho que exista Dios, pero la Ciencia me encanta. Leo todo lo que cae en mis manos sobre temas científicos, a lo cual supongo que ayuda que yo sea licenciado en Químicas. Y reflexionar a la luz de la Ciencia es lo que me ha llevado a entender sin ningún género de dudas que un cigoto es un ser humano diferenciado de la madre aunque dependa de ella para su subsistencia. Creo que las leyes españolas reconocen a un ser humano en un discapacitado mental, en un señor asistido por un pulmón artificial, en una señora en coma irreversible,… Si todos ellos son seres humanos -aunque dependen de otros para subsistir- y, por tanto, protegibles, ¿porqué no lo iba a ser un feto? En este sentido, no me importa lo que digan las leyes. Las leyes pueden ser injustas, aunque sean jurídicamente perfectas. Alguien mencionó el caso de la esclavitud en los EE.UU. También el ‘apartheid’ estaba regulado por leyes en Sudáfrica. Y supongo que los nazis podían haber derogado la constitución de Weimar y haber hecho unas leyes genocidas perfectamente argumentadas jurídicamente.

Desde mi óptica (y no digo nada nuevo) el ser humano comienza en el momento de la fecundación, y le podemos llamar ‘óvulo fecundado’, más tarde será ‘cigoto’, blástula, embrión, feto, bebé, niño, adolescente, joven, adulto y anciano (no pretendo ser exhaustivo, seguro que me dejo algunas fases) pero todos esos nombres no son sino momentos, fases, de la vida de un ser humano. Y si algunas fases son más importantes que otras (que no lo admito), lo serán aquellas primeras que dan lugar a las siguientes.

Al final, el tema del aborto no es una cuestión legal ni científica, sino moral. (La Ciencia ya ha hablado claro. Las ‘controversias’ sobre si el embrión es merecedor de derechos fundamentales o no, las crean otros que espero queden desenmascarados con lo que digo más abajo).

Y cuando digo ‘moral’ me refiero a la adhesión personal a unos valores, bien sea por motivos religiosos, bien por convencimiento y coherencia personal.

Si uno acepta un compromiso personal a favor de los seres humanos como parte de su moral, debe ser coherente con ello en sus pensamientos, palabras y actos, para ser realmente una ‘persona moral’. Ese compromiso le conducirá a defender a los seres humanos incluso perdiendo de su propia comodidad o arriesgando su vida. Esa moral le llevará a estar en contra del aborto incluso aunque sea mujer, esté embarazada por una violación, le digan que el niño presenta malformaciones y que su vida corre peligro si sigue adelante (¡todo a la vez!).

Hay otra ‘moral’ que se basa en el egoísmo: si algo me molesta, huyo de ello, lo rechazo o lo hago desaparecer como sea. Los seres humanos siempre nos molestamos -incluso sin querer- unos a otros. Así que esta ‘moral’ yo la considero contraria a la anterior, es decir, es contraria al compromiso con los seres humanos. Esta moral es la que lleva a defender el aborto o la eutanasia, pero por parecidos derroteros intelectuales se puede llegar a justificar con ella cualquier guerra, terrorismo, genocidio o situación de abuso o explotación. El eje sobre el que gira esta ‘moral’ es uno mismo y a este ‘bien supremo’ que es el YO se deben someter todos los demás, incluso eliminando sus vidas si es preciso.

Entre estos dos extremos hay grados, por supuesto. Pero esos grados los produce el no llevar hasta el extremo un caso u otro. Estar en contra de la guerra, por ejemplo, pero a favor del aborto -justificando que el embrión no es un ser humano- no es sino una forma de buscar una excusa para no ser coherente. La coherencia nos exige no poner límites artificiales a la definición de ’ser humano’. Y los límites naturales tal vez los podemos encontrar a través de la ciencia, que nos dice que el óvulo fecundado ya tiene un código genético diferenciado del de la madre y del del padre.

¿Por qué uno no querría ser coherente? A veces la coherencia hasta el extremo nos hace enfrentarnos a la grey, que en términos modernos sería la corriente principal de la sociedad, modelada cada día más por los medios de comunicación (y estos, a su vez, manejados por grupos de presión con variopintos intereses). Por evitarse conflictos con los que tienen a su alrededor, muchos de nuestros conciudadanos se quedan a medio camino en el compromiso con el ser humano y se apuntan a la corriente ‘de pensamiento’ dominante. Esto facilita el camino a los poderes para introducir las leyes que desean, aunque sean contrarias al ser humano, a sus libertades y derechos. Dicho en términos coloquiales, usan ‘el poder del rebaño’ (aumentado como una lupa por los medios de comunicación) para que los ‘toros’ acepten ir al matadero sin protestar (véanse los encierros de Pamplona). Para ello, se les rodea convenientemente de los toros mansos que sean necesarios.

(No olvidemos que en la España de Franco la gente se apuntaba mayoritariamente al catolicismo, aunque no supieran muy bien lo que eso implicaba. Y podría mencionar otros ejemplos en el mundo actual que están en la mente de todos. Ahora ocurre otro tanto en España con el aborto, la EpC, etc.).

Personalmente, me gustaría un mundo donde todos tuviéramos una moral de compromiso con el ser humano, no en abstracto, sino considerando a cada individuo como único, original e irreemplazable. Creo que habría mucho menos sufrimiento en el mundo, a pesar de lo que digan los agoreros que ahora nos dirigen. Y esa moral nos llevaría no sólo a ser solidarios con los más necesitados, sino también a estar en contra de las guerras, del terrorismo, de la hambrunas, de la pena de muerte, etc. pero también, en buena lógica, en contra del aborto sin buscar subterfugios.

[Publicado en:

http://www.arsuaga.net/?p=604

como contribución al debate existente bajo ese texto].


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