martes, 26 de agosto de 2008

Este mundo está lleno de supersticiosos


El otro día me encontré un papel que anunciaba un brujo africano capaz de -aparentemente- solucionar todos los problemas "con resultados 100% garantizados". Además, promete que recuperarás la pareja (suponemos que perdida antes) en una semana. (Ver anuncio escaneado a la dcha. Ojo, el teléfono lo he alterado para evitar que le 'molesten' los lectores de mi blog).

Me hace gracia al tiempo que me escandaliza que la gente crea en estas tonterías. Porque seguro que tiene un montón de clientes.

Esa gente que va a visitarle, ¿no se preguntará que porqué no ha solucionado los problemas de África? Habiendo tanta hambre y tantas guerras en el continente olvidado, ¿no podría haberlos solucionado con sus maravillosos poderes?

Y además, no está sólo este brujo-chamán. En África debe haber miles (más otros miles que han venido a Europa). Entre todos... ¿no podrían arreglar un poco la situación de tantos millones de personas en su continente desesperados entre el hambre, las guerras y hasta la contaminación? (sí, sí, la contaminación es cada día un problema mayor en África, aunque sus economías no despeguen).

Pues no. Ha preferido venirse a Europa. Este hombre es bueno solucionando problemas, efectivamente, pero SUS problemas. Seguro que no tiene ningún poder ni interés en que se arreglen los de los demás. Mejor aún: cuantos más problemas tengan los españolitos, más dineros pa'l cajón...

Si tuviera algún poder como vidente, ¿no se habría retirado después de cobrar unas cuantas veces el gordo de la Primitiva?. Yo, al menos, eso es lo que haría.

Es más, con la de adivinos que hay en España, la Primitiva tendría que tocar a calderilla a los acertantes, de tantos que serían, si fueran -como dicen- capaces de adivinar el futuro.

CHISTE

Siempre me ha hecho mucha gracia este chiste:

Va un hombre a la consulta de un adivino. Cuando llega a la puerta, que está abierta, ve un cartel que dice: "Llame antes de entrar". No hay timbre, así que el hombre obedece y golpea la puerta con sus nudillos. Entonces oye una voz desde el interior:
-¿Quién es?
El hombre se da media vuelta y, alejándose, murmura:
-¡Vaya adivino de m...!

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