De aquí en adelante, supongo que mi sufrido lector habrá leído el artículo mencionado.
Pues bien, si yo fuera el atribulado empresario que es reconvenido por esa funcionaria, una vez tenido claro que ella no va a dar su brazo a torcer, creo que lo procedente sería pedirle que se identifique claramente (nombre y apellidos, cargo, etc.) así como a su jefe directo. A continuación le diría a la señora que, si tengo que poner el anuncio como ella me pide, pondré un texto debajo explicando cómo la Administración -mencionando el nombre de ella y el de su jefe, como autores materiales del hecho- me está extorsionando por razones ideológicas. Y si tengo que llegar a un juez porque me siguen persiguiendo, llegaré hasta él para decirle que lo he hecho en uso de la libertad de expresión, y que los actos de la Administración son públicos y que los funcionarios que los realizan tienen que ser responsables de que tales actos se ajustan a la Ley, por lo que no hay razón para ocultar la identidad de dichos funcionarios, que también deben estar sometidos al conocimiento y escrutinio público de sus actos. Y que, si tengo que ir a lo Contencioso-administrativo, también acudiré a la via penal contra ella y contra su jefe (por si éste tuviera alguna responsabilidad en la actuación de ella) por acoso a un ciudadano con abuso de poder. (Añado aquí que yo también seré algo ingenuo, pero la verdad es que creo que no hay tantas jueces -mujeres- feministas y creo que me tocaría una mujer sensata que valoraría correctamente mis argumentos, a diferencia de lo que parece pensar el empresario del que estamos hablando).
Porque la Administración tiene que estar al servicio del ciudadano, facilitarle las cosas, no complicárselas, y mucho menos desatar una persecución contra ciudadanos concretos por motivos puramente ideológicos (el feminismo no es más que una ideología totalitaria que se ha infiltrado en nuestras instituciones). Algo parecido está pasando en Cataluña con la exigencia a los empresarios de que usen exclusivamente el catalán en los letreros de sus empresas. ¿Qué es esto? ¿La Administración persiguiendo al ciudadano, que además la mantiene con sus impuestos? ¿Se están cumpliendo los peores presagios de la novela «1984»? (Es curioso que en esa novela aparezca el Ministerio de la Verdad, y aquí estemos sufriendo igualmente un terrorífico Ministerio de Igualdad. También predice los conceptos de neolengua, reescribir la historia, educación totalitaria, lavado de cerebro, etc. que están aplicando ZP y sus adláteres con bastante éxito).
¿No es increíble que la Administración pague a personas para revisar los anuncios de la prensa escrita a ver si son políticamente correctos? ¿En eso se gastan nuestros impuestos? ¿No hay cosas más importantes que hacer, más útiles para el ciudadano, más necesarias para todos? Desde luego, si vuelven a salir elegidos estos impresentables (los otros no me gustan tampoco pero son la alternativa), habrá que pensarse lo de marcharse de este país.
Si yo fuera ese empresario y finalmente cediera a publicar el mismo anuncio (u otro distinto) pero ya corregido al "estilo del talante", aprovecharía para desahogarme y poner, al pie del anuncio, además de lo dicho anteriormente, un mensaje personal para ZP:
«¡¡Zapatero, límpiate el culo con la p.... Ley de Igualdad!!!!!!!!!!»Esto no es nada, comparado con las viñetas que se publicaron en El Jueves de los príncipes en un acto íntimo... ¿verdad, señor juez?.
Además añadiría algún texto explicando que, a partir de ahora, miraría de otra forma a las mujeres, y no precisamente «mejor». «Si usted (funcionaria) me exije que ponga "Auditor o auditora", ¿cree que luego voy a contratar a una auditora-mujer-mujer? ¡Que no, oiga, que voy a contratar a un hombre aunque sea el único y más caro de todas las ofertas que reciba...!!! ¿Pero no se dan cuenta de que están consiguiendo lo contrario de lo que se proponen??? ¡¡Ande, y que les den...!!».
Es curioso cómo este ZP, que presumía de aumentar las libertades, constantemente está recortando estas.
Recientemente, un conocido se quejaba de que ya no iban a poder fumar ni en los bares (futura ley sobre el tabaco en lugares públicos).
Hoy leo que en Cataluña, otra vez, gobernada por los socialistas, se están dando pasos para prohibir las corridas de toros.
Y no guardo memoria de cuántas cosas van ya...
(Yo, ni fumo ni me gustan lo toros. Pero detecto que ese tipo de cortapisas, aunque parecen pequeñas limitaciones, es lo que está cabreando a la gente).
Y así contínuamente: no saben impulsar nada positivo, sólo prohibir. (También en mi ciudad, que gobierna el PP, quieren prohibir que se escupa en las calles o que la gente pueda ofrecer libremente servicios en la calle a los transeúntes. ¿Acabaremos sin poder tirarnos pedos ni eructos? Mucho me temo que sí. En esta sociedad de lo políticamente correcto se puede asesinar a un bebé en la tripa de su mamá, pero no se puede escupir en un jardín. Así nos va.)
Creo que esta asfixia que se está ejerciendo sobre los ciudadanos -cada vez más leyes estúpidas, cada vez más exigencia de cumplimientos inútiles, cada vez más impuestos, etc.- es lo que va a desalojar más pronto que tarde al PSOE fuera del poder. A no ser que consigan engañar otra vez al rebaño con el truco de los 400 euros... «Ahora te los doy... ahora te los quito...».
Y, además, son leyes que parecen tener el único efecto de dividir a la ciudadanía: los catalanes, gallegos y vascos contra el resto de España, a las mujeres contra los hombres, los niños contra sus padres, los padres contra los colegios, etc.
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