lunes, 21 de diciembre de 2009

La cumbre de Copenhague

Vaya, parece que ha sido un fracaso la reunión de Copenhague sobre el cambio climático y las medidas a adoptar.

Bueno, no tengo mucha idea de lo que ha resultado, salvo algo que he leído en la prensa:

Fiasco y caos en Copenhage


Pero a pesar de todo, me atrevo a hacer algunos comentarios que se me ocurren al respecto:

* De la cumbre de Kioto (y otras anteriores) también se dijo que fue (fueron) un fracaso, y luego todo el mundo hablaba de Kioto como la panacea.

* Parece que las negociaciones principales se han desarrollado entre EE.UU. y China, y esto habría conducido a una rebaja en los objetivos finalmente pactados.

Sin embargo, Obama se presentaba a las elecciones como adalid del medio ambiente, pero ahora se ve que aquello era una pose, algo muy típico de los políticos. A la hora de la verdad, le ha pesado más el lado económico cortoplacista que una visión conservacionista a largo plazo que también habría tenido resultados económicos, además de los sociales y medioambientales.

Esto es una mancha negra en el expediente de Obama (aunque ya tiene otras).

* Soy de los que piensan que EE.UU. debería actuar como lider autoimponiéndose unos límites razonables de emisión de gases de efecto invernadero, que perfectamente podrían ser los de Kioto u otros actualizados. Esto significaría importantes inversiones en tecnología y en otras áreas (plantado de árboles, por ejemplo), pero daría a esta superpotencia la autoridad moral necesaria para pedir a otros países que sigan su ejemplo y su esfuerzo contra el cambio climático. Además, daría una ventaja tecnológica a EE.UU. (o a cualquier país que se arriesgue a avanzar aunque sea en solitario) que antes o después se rentabilizaría en valor económico. Pensemos, por ejemplo, la cantidad de dinero que se puede ahorrar un país si reduce su dependencia del petróleo generando energía a través de renovables. Al final, si se hace bien, se puede rentabilizar ese esfuerzo realizado en la dirección correcta. Como seguramente se rentabilizó en su momento el esfuerzo tecnológico que supuso llevar el hombre a la Luna. A través de mil pequeños desarrollos que tuvieron que hacer numerosas empresas contratistas y subcontratistas, EE.UU. entró en una época de dominio tecnológico mundial. Aunque aún se mantiene en primera posición debido a sus importantes inversiones en I+D+i, ya no está tan lejos de los demás países desarrollados, que venden muchos artículos tecnológicos a EE.UU. Pensemos, por ejemplo, en la Estación Orbital Internacional, a la que han contribuído, no sólo económicamente, muchos otros países occidentales y Japón. Eso demuestra que la distancia de EE.UU. con respecto a sus perseguidores ya no es tanta en la carrera de la tecnología.

España ha dado un gran impulso a las energías renovables en los últimos años, especialmente a la eólica y a la fotovoltaica. Por ahí deberíamos seguir, porque eso ha permitido que se desarrolle en nuestro suelo una industria pujante en esos sectores, que ahora venden sus productos incluso a EE.UU. Pero no nos durmamos en los laureles, que muchos países emergentes vienen pisando fuerte por detrás nuestro. Se deben mantener y ampliar los beneficios fiscales a la implantación de esas energías renovables porque, sí o sí, son el futuro, no sólo del medio ambiente, sino también de nuestra economía y de la economía mundial.

* Estoy concienciado con el tema del cambio climático y deseo que se hagan todos los esfuerzos necesarios para mantener el planeta en las condiciones actuales, que es a las que durante miles de años nos hemos adaptado como especie humana, pero también todas las especies que actualmente nos acompañan en el planeta. (Las especies que perdamos hoy no volverán, y se tardarán millones de años en que aparezcan otras que las reemplacen. Para entonces, seguramente ya no estaremos aquí como especie, o al menos como la especie que conocemos ahora. Si no nos espabilamos, moriremos de éxito, enterrados, eso sí, en nuestros propios residuos o asfixiados por nuestros propios gases).

Desde un punto de vista simplemente social, el cambio climático ocasionará grandes catástrofes humanitarias: lluvias torrenciales, tierras anegadas por el mar, cosechas devastadas, hambrunas, huracanes, escasez de agua potable, sequías, variaciones bruscas de clima local, etc. por sólo mencionar unas pocas. Sólo esto ya justifica que se tomen graves medidas a nivel internacional, para lo cual los políticos tienen que ponerse de acuerdo.

Pero me llama la atención la hipocresía que mostramos. Nos preocupa la muerte de cientos de miles o millones de personas debido a las consecuencias del cambio climático, es decir, de un posible, futuro, pero no seguro, calentamiento global (y soy de los que pienso que sí ocurrirá) pero no movemos un dedo en defensa de los millones de seres humanos que son defenestrados silenciosamente -y esto es seguro y actual- en las clínicas abortistas de nuestro Occidente.

¿Quién marca el orden de nuestros valores? ¿La prensa, mediante la repercusión que dé a unos temas y a otros? ¡Seamos consecuentes con nuestras ideas y críticos con aquellos que pretenden imponernos una moral hipócrita!

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