Otra noticia interesante, que puede ayudar a salvar vidas de los más indefensos:
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El servicio de Neonatología trabajará con un grupo francés en un macroproyecto internacional liderado por la OMS
12.03.11
EL CORREO
F. APEZTEGUIA | BILBAO.
Un equipo del hospital vizcaíno de Cruces, liderado por el servicio de Neonatología, sentará las bases para la experimentación de fármacos con bebés que regirán en todo el mundo. La iniciativa forma parte de un macroproyecto internacional bautizado con el nombre de GRIP (por sus iniciales en inglés de 'Investigación Global en Pediatría'); y cuenta con la participación y el apoyo d e la Organización Mundial de la Salud, veinte instituciones académicas europeas, la Agencia Europea del Medicamento y siete países comunitarios, además de Estados Unidos y Japón.
El proyecto GRIP, que tiene el apoyo financiero de la Unión Europea, busca promocionar el desarrollo de medicamentos eficaces y seguros para los niños. «Hasta ahora, los pediatras nos hemos visto en la necesidad de dar a los bebés la misma medicación que a los adultos, pero en dosis más reducidas, suponiendo que así funcionaría. Hasta ahora, con sus más y sus menos, ha valido, pero lo lógico es disponer de medicamentos propios para cada edad y ajustados a las necesidades del menor», anota de manera gráfica el pediatra Adolfo Valls i Soler, jefe clínico de la Unidad de Neonatología de Cruces y responsable del programa internacional para el ámbito de esta especialidad.
Ética y seguridad
El proyecto, lanzado de manera oficial en Roma el pasado mes de febrero, se prolongará cinco años. Pasado ese tiempo, los equipos presentarán sus respectivos informes, en los que explicarán por qué no se desarrolla más medicación específica para la infancia y propondrán acciones para facilitar la realización de ensayos.
La participación de niños, sobre todo bebés, en pruebas clínicas ha generado siempre un intenso debate por motivos éticos. En el caso del equipo de Cruces, lo que fijarán son, precisamente, las reglas que deberá cumplir toda prueba de fármacos en recién nacidos para garantizar el bienestar de los menores. «Es mayor el riesgo de dar a los niños fármacos que no han sido probados para la edad pediátrica, que permitir que participen en ensayos que cuentan con todos los filtros de ética y seguridad», asegura Valls.
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