miércoles, 27 de mayo de 2009

Los cachorros de sexista, por David Gistau

Coincido mayoritariamente con lo que dice David Gistau en este artículo (El Mundo, 26/5/09).

Recomiendo también leer otras entradas de este blog donde recojo testimonios sobre la fiebre de lo políticamente correcto que nos invade.
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AL ABORDAJE|DAVID GISTAU

Los cachorros de sexista

EL ADOLESCENTE torturado de Salinger igualaba el final de la infancia con la caída en un abismo. Por ello, el Nunca Jamás de Holden Caulfield era un campo de centeno en el que jugar eternamente cuyos límites estarían custodiados por él para evitar que nadie cayera. Lo que no agregó el guardián entre el centeno es que, para proteger la espontaneidad inocente, además tendría que impedir la entrada en el campo de prejuicios adultos tan ridículos y contaminantes como los del diputado socialista José Alberto Cabañes.

Que cada cual juzgue a cuál de las muchas urgencias nacionales que padecemos aliviará la iniciativa que Cabañes acaba de presentar en el Congreso, lo bastante lejos del 28 de diciembre como para confirmar que no se trata de una inocentada. El diputado propone intervenir en el campo de centeno, regular el patio del recreo, para impedir que los juegos sean una cantera de machistas. Y no es que los niños jueguen a lapidar adúlteras, o a practicar acoso sexual en las entrevistas de trabajo. Es que al diputado Cabañes le parece que el niño que juega a policías y ladrones es un embrión de machista que algún día perpetuará «los roles sexistas», como si todo abusador hubiera empezado encontrándose una escopeta de corcho y una estrella de sheriff bajo el árbol de Navidad, y todo lo demás viniera por añadidura. Como estos talibanes de la corrección política vislumbran una agresión en toda diferencia, ya se trate de la inducida culturalmente o de la natural, no tienen mejor idea que convertir el patio del recreo en una suerte de granja para la experimentación social con cobayas humanas en la que estandarizar a niños y niñas para que todos ellos encajen en el estrechísimo molde de comportamiento progre. La aportación de Cabañes es obligar, a los niños, a saltar a la comba, y a las niñas, a jugar al fútbol. Y ojo el que se niegue, que de pronto Bibi Aído se las arregla para demostrar que un engendro tan reaccionario como para querer jugar a lo que le pete y no a lo que le obliguen no es humano ni aunque haya cumplido los 12.

El que concede un matiz meramente femenino a la comba es que nunca se ha pasado por un gimnasio donde entrenen boxeadores. Pero, más allá de eso, y de la parodia de sí misma en que cada vez con más frecuencia incurre la corrección política, jamás hubo, en la memoria reciente española, un gobierno con semejante afán regulador de todos y en todo: somos prototipos en su cadena de montaje ideológica. Ni tampoco hubo un Estado que fuera tan asfixiante con el individuo, no al menos entre los que se dicen democracia.

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