Hace poco me han venido dos personajes famosos a la mente sobre este pecado capital.
Uno de ellos es Isaac Newton, de quien he terminado de leer una biografía hace poco. Lo bueno de esa biografía es que expone a un hombre de carne y hueso, con sus errores, su abuso sobre otros, sus debilidades, su vanidad...
Pero si algo me ha llamado la atención de Isaac Newton al leer esta biografía ha sido el que parece confirmado que fue un arriano convencido, llegando a esa convicción por deducciones propias explorando las Escrituras y otros documentos de la historia de la Iglesia.
Newton se encontró ante lo que yo llamo "el dilema moral": hacer lo correcto a pesar de tener que cargar con las consecuencias (muchas veces injustas) o hacer lo incorrecto a cambio de vivir bien y evitar problemas.
Esta situación de "dilema moral" siempre me ha fascinado y creo que es el mayor problema que tiene el ser humano, como individuo y como colectividad. Pero de eso mejor hablaré en otra entrada.
Volviendo al tema de Newton, y por decirlo brevemente, el arrianismo afirma que Jesucristo no fue Dios, sino sólo hombre.
Por temor a perder sus privilegios en la universidad y su prestigio de genio ante la sociedad, Newton jamás reconoció en público su adhesión a la fe arriana y, por tanto, su apostasía de la Iglesia anglicana, a la que pertenecía por nacimiento y de la que habría sido expulsado inmediatamente de haberse conocido sus convicciones. La universidad estaba muy ligada a la Iglesia y por eso recibía sustanciosas contribuciones de la Corona, que a su vez la Universidad revertía en forma de rentas a los profesores más ilustres, uno de los cuales era Newton, quien disfrutaba, por ejemplo, de la llamada Cátedra Lucasiana.
Otra ironía en la vida religiosa de Newton, aunque de esta no fue culpable, es que la universidad en la que trabajaba y que tan bien le recompensaba económicamente se llamaba Trinity College, algo así como Universidad de la (Santísima) Trinidad. Sin embargo, sus investigaciones sobre religión le llevarían a rechazar -siempre en secreto- la Trinidad, al estar basada en la divinidad de Cristo.
Es irónico que Newton se escandalizara de que todo el cristianismo occidental (heredero de la Iglesia de Constantino, en sus distintas vertientes católica, anglicana, luterana y calvinista) estaba basado en una impostura al atribuir a Cristo una dimensión divina que no tenía, mientras él mismo (Newton) asumía una postura también falsa para no mostrar el verdadero alcance de su fe, que se había hecho arriana.
¿Qué debería haber hecho Newton? En mi humilde opinión, porque es muy fácil opinar viendo los toros desde la barrera y tres siglos después, debería haber consultado sus dudas a expertos eclesiásticos y gente con autoridad en la exégesis de la Biblia. Tal vez le habrían convencido de que estaba en un error o tal vez no, pero habría sido el paso lógico ante un dilema como el suyo. Pero Newton tenía dos enemigos internos para hacerlo así. Por un lado, Newton era muy autodidacta y gracias a eso desarrolló grandes ideas que hicieron avanzar la ciencia: métodos matemáticos como el de fluxiones y teorías como la de la gravitación universal que han quedado para la posteridad como grandes obras maestras de la mente humana. El autodidactismo y la fe que sin duda tenía en Dios le llevaron a escudriñar las Escrituras por su cuenta y le surgieron dudas respecto a la interpretación trinitaria que se hacía de ellas. Eso podía haberse solucionado acudiendo, como dije, a expertos en la materia. Pero el autodidacta confía en sus propios medios para alcanzar el aprendizaje, se enorgullece de lo adquirido o hallado y, a menudo, recela de lo que pueden enseñarle otros, por distintas razones en las que no me quiero extender.
El otro enemigo interno de Newton, tal como yo lo veo, fue su orgullo. Su prestigio ya había subido como la espuma debido a sus trabajos en matemáticas y física. ¿Cómo rebajarse a consultar dudas de fe aunque fuera con eruditos en las Escrituras? ¿No había sido él capaz de arrancar grandes secretos de la naturaleza con la simple herramienta de su razonamiento? Pues también, creía él, podía aplicar sus métodos deductivos a la religión y obtener resultados coherentes. Ese era quizá su planteamiento al acercarse a las Escrituras como un científico.
Creo que queda claro que yo aquí no entro en si tenía razón o no, sino en que no siguió un camino lógico para buscar la verdad. Estaba tan convencido de lo que había encontrado que, por unas razones o por otras, no quiso confrontarlo con los defensores de la ortodoxia religiosa que había en aquél momento.
Si los expertos consultados no hubieran disipado sus dudas y su convicción arriana hubiera salido fortalecida de ello, creo que ya sólo le quedaba expresar sus convicciones con libertad y naturalidad, explicando -a quien se lo pidiera- cómo las había alcanzado.
En este sentido, hay dos posturas que se pueden adoptar: la del que tiene una convicción y vive de acuerdo a ella pero sin tratar de convencer a los demás (salvo por su ejemplo), y la del apologista que cree que la suya es la verdadera fe, defendiéndola a brazo partido para que la gente la abrace. A mi me gusta más la primera postura, por ser más respetuosa con las creencias de los demás. Pero, por la propia naturaleza de la religión, según la cual nos jugamos la eternidad en los pocos años de vida que disfrutamos o padecemos en la existencia terrenal, sería legítimo entender que Newton hubiera adoptado esta postura combativa y, estando en minoría, heroica. En cualquier caso, cualquiera de las dos posturas habría honrado a Newton. Sin embargo, al escurrir el bulto, se convirtió, sin darse cuenta, en la mismísimo epítome de aquello que en su fuero interno condenaba: la falsedad de la apariencia, la traición a la verdad.
Actuar de forma coherente seguramente le habría costado su carrera científica, sus rentas de la Universidad, el ostracismo de sus obras, es descrédito social, político e intelectual, su condena al anonimato en la Historia. Probablemente habría muerto en la indigencia después de haberse ocupado en trabajos humildes. Quizá su obra habría perdurado y habría sido valorada en su justa dimensión décadas o siglos después, pero su vida material podría haber sido miserable. Sería el precio de decir la verdad y de ser coherente. Hay muchos ejemplos de esto en la Historia. Me vienen a la cabeza Sócrates, Gandhi,... Al mismo Jesucristo, decir lo que pensaba y cuestionar el estado de cosas establecido le costó la vida: judíos y romanos se pusieron de acuerdo para quitárselo de enmedio.
La relación de Newton con el arrianismo la "resume" (es un poco largo pero merece la pena su lectura) este texto encontrado aquí (expone una visión favorable e idealizada de Newton, para mi gusto, pero me parece muy bien explicada su investigación sobre la divinidad o no de Cristo. Las partes en negrita son mías):
Newton no era sino un hombre de su tiempo, estudiaba la naturaleza muchas veces a través de los ojos de la religiosidad, identificando Dios y naturaleza. Para él la verdadera religión se encontraba corrompida por el tiempo y los hombres y solo podía volver a encontrarse explorando el mundo de la antigüedad, incluyendo en esta búsqueda de la fe original las investigaciones de la naturaleza. Tenía acceso a la biblioteca privada de Isaac Barlow, su predecesor en la Cátedra Lucasian, y a todas las bibliotecas de la Universidad de Cambridge, que contenían gran número de libros de ciencia. Puede ser este el motivo de que la biblioteca privada de Newton estuviera centrada en libros no científicos. De el total de volúmenes de esta biblioteca personal, solamente el treinta y uno por ciento son libros de ciencia, siendo el resto volúmenes de teología, veintisiete por ciento o literatura, ocho por ciento, y ciento treinta y ocho libros exclusivamente sobre alquimia, contados dentro del grupo de libros científicos. En un texto inédito, Theologiae gentilis origines philosophicae, expresa Newton los rasgos principales de esa fe original en la que el creía. Afirma que en la antigüedad todos los pueblos adoraron a doce dioses bajo diferentes nombres, identificados con elementos, planetas o antepasados, siendo realmente los descendientes de Noé divinizados. La fe inicial en un solo Dios creador había sido corrompida pues por la tendencia a la idolatría de los hombres. Newton consideraba al pueblo hebreo como al elegido por la divinidad para volver al monoteísmo, enviando a Moisés. Pero volviendo a caer de nuevo en la idolatría fue necesario un nuevo enviado, Jesucristo, que para él no era consustancial con Dios. Así, el estudio de los documentos escritos dejados por las antiguas culturas serviría para definir la fe original y restaurarla. Solamente un hombre con unas cualidades especiales, un elegido, podría ser capaz de desentrañar los mensajes que Dios había dejado encriptados en los textos sagrados antiguos, en el lenguaje de los profetas, y Newton se sentía seguro de ser ese hombre. Su estudio favorito se centró en los libros de Daniel, en el Antiguo Testamento, y en el Apocalipsis, del Nuevo Testamento, aunque prácticamente analizó, casi desmenuzó, filológica e históricamente todos los textos sagrados que pudo encontrar, ya fueran hebreos, egipcios o babilonios. Como base para sus estudios teológicos buscó la exactitud de las fechas y los textos originales, analizando largas cronologías y comparando diferentes escritos en griego, latín o diferentes escrituras de la antigüedad. Newton afirma que la Biblia es la fuente documental más antigua y fiel que tenemos, a pesar de las muchas corrupciones que el tiempo y los hombres han introducido en ella. Con todos estos análisis estaba seguro de descubrir el secreto plan que Dios tenía reservado para la humanidad y que permanecería oculto en los textos del Antiguo Testamento, algo así como el tan de moda hoy día Código de la Biblia, a Newton le hubiera venido muy bien la ayuda de un ordenador. Intentó demostrar que muchos hechos sucedidos en la historia ya se habían descrito con anterioridad, de forma encriptada, en la Biblia, dejando así constancia de la presencia de una mano divina en los textos sagrados e invulnerable a la corrupción de los textos con el tiempo. Mas el plan maestro no podría desvelarse hasta el apocalipsis, ya que Dios quería que se reconociese su mano en los textos pero no hacer posible el predecir sucesos futuros, solamente se localizarían las descripciones a posteriori, Newton no creía que fuera posible leer el futuro en la Biblia, pues iría en contra de los designios divinos. En cuanto al Nuevo Testamento Newton era totalmente herético, proponía que el texto estaba muy contaminado por las creencias trinitarias. Newton negaba el dogma de la trinidad, tomaba a Cristo como enviado de Dios pero no consustancial con el. Llegó a esta conclusión al estudiar la evolución del cristianismo en el Bajo Imperio Romano. La creencia trinitaria y la consustancialidad de Cristo con la divinidad se estableció en el año 325 d.C. en el Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino. San Atanasio asistió al concilio, y años después, siendo Obispo de Alejandría luchó contra la creencia de Arrio que sostenía que Jesús no era consustancial con Dios. Las creencias arrianas estaban muy extendidas y San Atanasio las declaró heréticas bajo pena de muerte, cometiéndose muchas atrocidades por ello y casi eliminando de la historia a los no trinitarios. A pesar de pertenecer al Trinity College, Newton era un “arriano”, un antitrinitario. Se conserva un manuscrito suyo para el proyecto de un libro en contra de San Atanasio por sus atrocidades contra los seguidores de Arrio. Naturalmente estas creencias las mantuvo en lo mas profundo de su ser sin comentarlas más que con unas pocas personas de confianza como en sus cartas con John Locke. Otra de la fijaciones de Newton era el estudio de la cultura egipcia antigua, pues consideraba que sus templos reflejaban grandes conocimientos astronómicos ya que los sacerdotes egipcios leían con acierto el libro de las obras de Dios, esto es, la naturaleza.Es decir, la Iglesia se había hecho politeísta y no adoraba al único Dios, sino a una trinidad de ellos. Irónicamente, Newton también era un idólatra al adorar al becerro de oro, al no actuar conforme a sus creencias religiosas por miedo a la pérdida de su posición social y las riquezas que conllevaba.
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