sábado, 28 de junio de 2014

Esoterismo falso

Sería gracioso, si no fuera por la cantidad de dinero que mueve, observar esos programas sobre misterio que tanto abundan en las radios y televisiones, especialmente en horario nocturno.

Esos programas no tratan de buscar explicaciones racionales, científicas o lógicas a las historias que nos cuentan. No. Ellos prefieren las explicaciones esotéricas porque su negocio consiste no en desenmascarar impostores sino en alimentar el misterio. Para ello, casi todo vale.

Anoche estuve escuchando el programa Espacio en Blanco de Radio Nacional de España. Tenía que esperar en el coche un buen rato y decidí encender la radio. En el programa de la emisora, que estaba sintonizada, iban a hablar de «teletransportación», es decir, desplazamientos instantáneos en el espacio y, a veces, en el tiempo; historias de gente que, de pronto, aparecía en un punto muy alejado de donde debería estar.

Como suele ocurrir en este tipo de programas, había un entrevistador (Miguel Blanco) y un «experto», colaborador habitual del programa, Miguel Pedrero (miguelpedrero@hotmail.com).

He buscado ese programa en internet y lo he colgado para que lo escuche quien quiera y entienda mejor de lo que estoy hablando:

Espacio en Blanco de RNE - 28-06-2014

Entre otros casos que cuenta, y que no me entretendré en comentar, está (empieza en el minuto 45:30) el de un matrimonio de León que va a dar un paseo y se encuentran que han abierto una pulpería en su mismo barrio. Deciden entrar y "allí todo era blanco": las paredes, las mesas, las sillas, el mostrador... El local estaba atendido por un par de señores mayores «totalmente vestidos de blanco y con un gorro blanco». No hay nadie más en el local. Les sirven pulpo riquísimo y en abundancia y luego el precio que les cobran es muy económico.
Posibles fallos en el relato: un lugar tan estupendo en precio, calidad y cantidad, y sin nadie dentro "en ese instante". Aunque hubieran abierto sólo tres días atrás, seguro que habría mucha gente deseando disfrutar de la novedad. Es lo que suele pasar con los locales de hostelería. Pero, qué raro: nadie. ¿Y después? Pues seguramente tampoco, aunque no nos lo dicen. Porque para que el relato se sostenga es necesario que nadie interfiera, no sea que la descripción de los «clientes» conduzca a contradicciones.
Al día siguiente, el esposo quiere tomarse una tapa en el mismo local pero lo busca y no lo encuentra por ninguna parte. Pregunta en los locales cercanos y le dicen que allí no ha habido nunca una pulpería.

Misterioso, ¿no?.

A preguntas del entrevistador, el «experto» se entrega a una serie de consideraciones sobre viajes en «lineas del tiempo» hacia un pasado o un futuro posibles, la física cuántica (este ingrediente nunca debe faltar en toda tertulia pseudo-científica) y sobre los universos paralelos. Acaso me dejo alguna cosa más pero ahí, en la grabación, está todo. Todo ello «dentro de la ortodoxia». Si las partículas hacen cosas extrañas, porqué nosotros no, y razonamientos de ese tipo. Por supuesto, en el programa no hay ningún físico para desmontarle sus elucubraciones de aficionado.

Cualquier programa serio que hubiera tratado científicamente este caso tendría que haberse cuestionado, EN PRIMER LUGAR, si los testigos son fiables. Y eso es muy difícil de comprobar si no es con exhaustivos tests y con interrogatorios, que nunca van a ocurrir.

Luego habrá que ver si hay pruebas que lo corroboren y si esas pruebas han sido valoradas e investigadas por laboratorios o grupos de trabajo serios e independientes unos de otros.

Si existen pruebas, no puedo decir mucho más de lo dicho en el párrafo anterior: valórense adecuadamente. Las pruebas, de por sí, deben ser objetivas. No podemos esperar lo mismo de los testigos.

Por eso, de los testigos creo que sí puedo decir algo más que de las pruebas.

En mi opinión de escéptico, donde fallan el 99,9% de estas historias es en el testigo o testigos.

Lo habitual es que sólo haya un testigo y ninguna prueba. No sirve de mucho su testimonio. Frente a la avalancha de hechos científicamente probados que contradicen, por ejemplo, la teletransportación instantánea de seres humanos, deberemos sospechar del testimonio.

El sr. Miguel Pedrero da carta de naturaleza a cualquier historia de la cual pueda trazar una senda hasta su origen, es decir, el testigo. Dice que algunos de estos son amigos suyos. Para él, este conocimiento personal del testigo es suficiente para creer una historia. Como veremos, esta valoración de los testimonios es bastante ingenua, por no decir interesada.
Ni siquiera en los juicios los jueces se creen todo lo que dicen los testigos. Ellos tienen que valorar qué parte de verdad y qué parte de falsedad hay en lo que dicen. Algunos mienten totalmente, otros dicen verdades a medias. Será raro el testigo que diga toda la verdad, incluso si yerra involuntariamente.
Las causas de un falso testimonio «esotérico» pueden ser muchas, pero por simplificar reduciré los casos a (testimonio falso) voluntario e involuntario.

No podría asegurar cuántos falsos testimonios son voluntarios, pero estimo que son la mayoría.

La necesidad del ser humano de trascenderse, de destacar de algún modo, de llamar la atención en su entorno y no digamos en los medios de masas, etc. hacen que mucha gente se invente historias de todo tipo «para ser alguien».

Hay gente que, de hechos naturales y hasta cotidianos, consigue hacerlos pasar por aventuras increíbles o situaciones extraordinarias. Se trata tan sólo de hinchar un poco los términos, pero la historia está basada en hechos reales. Pensemos en el pescador que nos cuenta cómo capturó un enorme pez después de muchas vicisitudes. Un testigo ocular podría decirnos que ni el pez era tan grande ni las vicisitudes fueron tantas. Pero la realidad es que pescó un pez.

Pero hay quien, a falta de un buen pez, se inventa historias totalmente falsas.

Eso lleva a que cualquiera, habiendo oído o leído algo sobre el asunto, pueda inventarse una historia inverosímil -pero creíble para los más crédulos, que es la mayoría de la población- sobre teletransportación, o sobre cualquier otro tema esotérico.

Como, además, el sujeto que se inventa y divulga una historia de estas suele ser un tipo normal y corriente, sensato, de vida gris y sin estridencias, etc., a nadie se le ocurre que puede haberse inventado una historia de, por ejemplo, fantasmas, para hacerla pasar por real. Puede que todos conozcamos a alguna persona de estas en nuestro entorno. No os molestéis en desenmascararle: nunca lo admitirá. Si hace falta, engordará la mentira con otras mentiras para mantener su versión. Esta persona busca notoriedad, así que no va a admitir que una historia falsa le perjudique su honor y su credibilidad.

Por otro lado, la mayoría de estas historias son inocuas, no hay víctimas reales, así que ni la Policía ni la Justicia se molestan en averiguar su veracidad ni mucho menos en perseguirlas.

El falso testimonio involuntario lo achaco a problemas mentales, a fallos de percepción o de memoria, o a hechos naturales incorrectamente interpretados por el testigo. Por ejemplo, una persona que sufre alucinaciones puede decir, de buena fe, que ha visto fantasmas o monstruos. O alguien que no sabe lo que son las estrellas fugaces puede decir, de buena fe, que ha visto un ovni. En estos casos no se puede hablar de mentira (error intencionado) pero sí que es cierto que estas historias pueden crear muchas espectativas y elucubraciones entre los que las escuchan y ansiedad a los propios testigos.

En el caso que quiero analizar se trata de dos testigos: un matrimonio. Parece imposible que se hayan puesto de acuerdo, pero no lo es. Hay muchos motivos por los que dos personas se pondrían de acuerdo en algún tema. En el caso que nos concierne puede ser, de nuevo, buscar notoriedad. Un testimonio de dos o más testigos es siempre más poderoso que el de uno solo.
Otra posible causa de ponerse de acuerdo dos testigos en un asunto esotérico: reirse en  privado de la credulidad de la gente. Si la historia se hiciera viral y luego la negasen públicamente, habrían dejado en evidencia a muchos y habrían herido, de paso, muchas susceptibilidades. Esto, en algún caso, ya ha ocurrido. Pero a nadie «del mundillo» de lo esotérico le interesa recordarlo.

Y no olvidemos que la gente se pone de acuerdo, a veces, incluso para cometer un crimen. ¿Cómo no iban a ponerse de acuerdo para propagar una historia inocua sobre fenómenos paranormales?
El problema de ser dos o más testigos es la facilidad con la que se pueden encontrar contradicciones en el relato.

Si alguien se toma en serio investigar un testimonio de estos, deberá separar a los testigos lo antes posible e interrogarlos uno por uno. Si se eligen bien las preguntas y el testimonio es falso, se encontrarán contradicciones que delatarán el origen falso de la historia. Es el trabajo que hace la Policía en los interrogatorios y los jueces en los juicios. Pero, por inocua, nadie suele tomarse tantas molestias para desenmascarar una historia falsa de ocultismo. Además, no interesa. Los «expertos» en este terreno son esos que parecen creérselo todo (y también lo apuntan todo, lo escriben en un libro y luego lo venden como churros).

En el caso de la pulpería, que yo sostengo que es falso, los testigos se han puesto de acuerdo en cómo era el local: todo blanco. Sillas, mesas, mostrador, suelo, techo... e incluso las ropas de los viejecitos que les atendieron, también blancas. Y no había ningún cliente (cosa rara, siendo una pulpería tan buena). Otra cosa que añade a la historia es que les dieron pulpo excelente, en abundancia y económico. ¿Quién no estaría interesado en conocer una pulpería como esa?
 Incluso en un universo paralelo (como posible explicación) una pulpería de esas cualidades estaría muy frecuentada por clientes.
De esta forma dan un aire muy esotérico al lugar y esto es muy valioso para captar el interés del escuchante crédulo. Pero, lo que es más importante, reducen las posibilidades de que un interrogador les de pille en contradicciones. Cualquier cosa que se pregunte del local era blanco. Y no hay nada que preguntar de otros clientes porque no había ninguno (decir que todos los clientes iban de blanco habría sonado a sospechoso, así que mejor los eliminan de la escena).
¿No les dieron un tique de la consumición? ¿Cómo se llamaba el local? (Cuando yo encuentro un sitio de estos me gusta recabar información, o guardo el tique para tener la dirección y el teléfono, etc.). ¿Cómo eran físicamente los viejitos? ¿Cómo les presentaron el pulpo: en raciones separadas, en ración común? ¿Cómo estaba aliñado? Seguramente hay otras muchas preguntas que podrían hacerse para encontrar contradicciones.

En mi opinión es un caso «de manual» de testimonio falso sobre un hecho esotérico. Las razones profundas de porqué se han puesto de acuerdo para divulgar una falsa historia no las sé, pero intuyo que, como en la mayoría de los casos, se trata de buscar notoriedad: ser alguien «especial» en su familia, en su grupo de amigos, en su trabajo,... porque les ha pasado algo «especial» que no le pasa a nadie más.

Para mí, resumiendo, el origen de las historias esotéricas que nos cuentan cae en alguno de estos casos, por orden de importancia:

1º) Falsos testimonios buscando notoriedad o lucro (y puede haber otras causas).

2º) Problemas mentales, sensoriales o fallos de memoria (cree recordar hechos que realmente no sucedieron salvo en su imaginación).

3º) Fenómenos naturales que el testigo (o la ciencia aún) no sabe explicar, pero que son reconocidos por la ciencia como normales.

4º) Fenómenos realmente inexplicables (con los conocimientos actuales) y que no son conocidos para la ciencia. Estos son los verdaderamente esotéricos, al menos hasta que la ciencia encuentre una explicación. Pero estos casos deben ir acompañados de potentes pruebas que respalden lo que dicen los testigos. De otro modo, todo lo que digan los testigos caería dentro del mundo de la religión o similar, suponiendo que no estemos en el primer grupo de casos.

Por desgracia, no puedo demostrar con datos esta clasificación. Para ello tendría que tomar miles de casos, analizarlos uno a uno, interrogar a miles de personas... sacar conclusiones y escribir un libro... QUE NADIE COMPRARÍA. Porque nadie quiere conocer historias falsas desenmascaradas, sino que les vendan historias falsas pero con apariencia de verdaderas. Así de estúpidos somos como especie.

No hay que olvidar que en el ser humano existe una sed inmensa por saber cosas ocultas. Esa atracción innata hacia lo oculto seguramente ha impulsado la ciencia, pero también la fantasía. Por eso existen grandes masas que demandan información de «lo oculto». Y estos programas y eruditos del ocultismo pescan en esas aguas revueltas y llenas de crédulos.

Yo, desde luego, no compraría ningún libro de investigación o divulgación (de lo que sea) de una persona que estudia la validez de los casos con tan poco rigor.

Salud y que no os engañen.













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