Un recorrido por la interrupción del embarazo en tiempos de Grecia,
Roma o Persia muestra lo poco que han cambiado los argumentos para
defender o execrar esta práctica. Las leyes, en cambio, han variado
mucho; mientras Persia era un adalid antiaborto, hoy Irán tiene
supuestos por malformación que en España desaparecerían con la nueva ley.
“Cuando
las parejas tengan demasiados hijos, dejemos que se realicen abortos
antes de que dé comienzo la vida y el sentido”. Aunque este argumento
podría haberse escuchado, con variantes, en un debate actual sobre el aborto,
la cita la escribió Aristóteles hace unos 2.500 años. El texto recoge
el sentir general de la Antigua Grecia en cuanto a esta práctica. La
interrupción del embarazo era aceptada como medio de controlar la
población de las ciudades-estado. Algo parecido sucedía en Roma. Otras
civilizaciones coetáneas, sin embargo, consideraban al feto un ser
humano y, por tanto, sujeto a “derechos humanos”, una postura igual a la
que defienden hoy algunos sectores en España y otros países. De hecho,
un reciente estudio que ha comparado cómo eran las leyes del aborto en
tres grandes culturas de la antigüedad muestra que el trasfondo del
debate del aborto tenía, hace más de 2.000 años, muchas similitudes con
el actual.
Varios estudios
han explorado la tolerancia al aborto en las cultura clásicas. La
interrupción del embarazo era una legítima forma de controlar la
población defendida por los cráneos más privilegiados de Grecia,
incluidos Platón y Aristóteles.
Al igual que hoy, un tema como este no estaba exento de
enfrentamientos. Por ejemplo, un estudio reciente resalta que en Grecia
había médicos que se negaban a practicar cualquier tipo de aborto por su
juramento hipocrático. En la actualidad, en España
no faltan voces que mantienen lo mismo. Sin embargo no está claro si el
juramento original de los médicos incluía la prohibición relativa al
aborto. Hay estudios que apuntan a que su inclusión fue posterior y por
influjo de los pitagóricos, la única gran escuela de pensamiento griega
que se oponía a cualquier aborto, pues lo consideraban un “asesinato”.
Esto se debía a que pensaban que el “alma”entraba en el cuerpo en el
momento de la fertilización, según resalta otro trabajo muy reciente sobre el tema.
Sin embargo, puede que el propio Hipócrates, el médico heleno que dio
nombre al juramento, no fuera de esta opinión, pues señalaba que el feto
no tenía vida hasta, al menos, los 40 días. De cualquier forma, el eco
de los “asesinatos” pitagóricos o los plazos de Hipócrates recuerdan a
argumentos usados hoy para defender o execrar el aborto.
En Roma abortar también era tolerado, pero esa tolerancia no tenía mucho que ver con la civilización, al menos tal y como la entendemos hoy. Los hombres tenían derecho a hacer que su mujer abortara si no querían su hijo, pero si estas lo hacían por su cuenta podían ser castigadas y su marido tenía derecho a exigir el divorcio, según relata el estudio mencionado, publicado en Acta Medico-Historica Adriatica. Por lo general, las normas del aborto trataban de atender las necesidades del hombre más que de la mujer, algo que los romanos compartían con los griegos.“Cuando las parejas tengan demasiados hijos, dejemos que se realicen abortos antes de que dé comienzo la vida y el sentido”, dijo Aristóteles
El aborto en Roma fue “popular” hasta el año 374, cuando el imperio atravesaba ya una crisis militar y económica que le llevaría a su desaparición. Unos años antes, la Iglesia católica había comenzado a “condenar” a todas las mujeres que abortaban, que debían expiar su pecado durante diez años, resalta el estudio.
Irán y España
En aquellos tiempos, una de las potencias pujantes contra Roma era Persia, un lugar donde las leyes del aborto eran totalmente diferentes, según relata el estudio, realizado por historiadores de la medicina y la ciencia de Irán. “Los antiguos persas valoraban el feto y lo equiparaban con cualquier otra persona”, añade.
En la civilización persa anterior a la invasión musulmana se consideraba que la vida de un ser humano comenzaba con la fertilización y existían “duras” leyes en contra de cualquier tipo de aborto, resaltan los autores. Esas leyes obligaban a parir a las mujeres aunque sus hijos fuesen fruto de una violación y establecían diferentes vigilantes para asistir al parto y asegurarse de que el bebé era mantenido en condiciones. A cambio existían normas que aportaban dotaciones de alimentos a mujeres embarazadas y también bajas maternales, según detalla el trabajo mencionado.
Hoy las cosas han cambiado. En Irán, actualmente una república islámica, abortar sigue siendo difícil para algunas mujeres a pesar de la liberalización del aborto realizada en 2005. Entre otras cosas, la ley recoge decenas de enfermedades y defectos del feto en cuyos casos se permite abortar previa admisión por parte de las autoridades. En España, el nuevo proyecto de ley del aborto elimina el supuesto por malformación o defectos en el feto. Mientras, en la calle, en las iglesias y en los medios siguen oyéndose argumentos que recuerdan a los que se esgrimían hace más de 2.000 años.
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