lunes, 5 de mayo de 2014

Entrevista a José María Gironella

Con motivo de haber leído la segunda parte (la 1ª parte no la he leído) de «Los cipreses creen en Dios» de José María Gironella, he buscado en internet alguna información más sobre este libro y este autor, habiendo resultado la búsqueda en el hallazgo de esta entrevista que copio y pego a continuación.

Me llama mucho la atención, y por eso copio-pego la entrevista en mi blog, lo que dice sobre la clase media española.

Llevo ya unos meses pensando sobre cómo el poder político-financiero-económico, con la ayuda de los medios de comunicación, se está cargando lo que queda de clase media en España. Y esto puede llevar a una situación de tensión de ricos-contra-pobres que desemboque en una nueva guerra civil.  ¿Soy guerracivilista por decir esto? Espero que no. Pero creo que no debemos olvidar la historia o estaremos condenados a repetirla.

También me parece muy interesante lo que dice sobre el catalanismo, ahora que Artur Mas ha lanzado un órdago al gobierno central con el objetivo de realizar un referendum secesionista.


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Fuente: www.faq-mac.com

José María Gironella

30/12/2010 por Administrador
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En Diciembre de 1994 tuve el placer de entrevistar a D. José María Gironella para una revista cultural. Con motivo de su fallecimiento (a los 85 años recién cumplidos), me permito recuperar aquella entrevista, realizada al hilo de la publicación de su libro "Nuevos 100 españoles y Dios", como homenaje póstumo. Evidentemente la entrevista es hija de su época y comentamos temas que ahora no tienen tanta vigencia... o sí. D.E.P.

Diciembre 1994.

Publicado en las últimas semanas, el nuevo libro de José María Gironella es un estudio a varios niveles de la España actual visto desde la faceta que más brutalmente ha evolucionado desde los tiempos de la dictadura de Franco: la religión de los españoles.

Desde sus páginas podremos conocer, no sólo el estado de la fe de los españoles, representados en 100 personajes de nuestra vida pública, sino también esa faceta íntima de cada uno de ellos, en la que nos cuentan cual es su situación personal y sus opiniones sobre la iglesia, el Papa, las sectas, el pecado y, por supuesto, Dios.

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Entrevistamos al señor Gironella en su casa, casi al asalto y sin previo aviso, le sometemos a un interrogatorio que se extenderá casi cuarenta y cinco minutos.

Muy amable y bien dispuesto, nos confiesa que tanto su mujer, Magdalena, que acaba de sufrir una peligrosa operación de rodilla, como él, se encuentran en un momento optimista, viviendo lo que él mismo califica de una "tercera juventud" (¡a sus setenta y siete años!).


-Después de muchos años, publicó una cuarta parte (Los hombres lloran solos) de su (hasta entonces) trilogía más conocida: Los cipreses creen en Dios, y ahora publica una segunda parte de otro libro anterior suyo (100 españoles y Dios) ¿está el Gironella escritor cerrando etapas?

-No. Después del esfuerzo de "Los hombres lloran solos" me apetecía cambiar de tema y escribir sobre otras cosas. Sin embargo, he de volver sobre lo que es mi "obra definitiva" (Los cipreses...), que se completará con el quinto y el sexto tomo. Ya tengo mucha documentación, pero hay que redactarlo y terminará en 1975, con la muerte de Franco. Serán una especie de Episodios Nacionales, pero a mi modo, desde una perspectiva global.

-El planteamiento del libro es de periodismo puro, simplemente preguntas y respuestas, ¿cómo seleccionó a sus protagonistas?

-El trabajo se ha alargado durante cinco meses y me ha dejado exahusto, pues muchas personas se inhibían de contestar a mis preguntas. Yo remitía el cuestionario con una carta personal mía en la que le indicaba el por qué de ser "elegido" (por algo que había dicho, por su trayectoria personal,...).
Lo bonito del libro es que gente que se declara atea, al tenerlo que razonar, se quedan en blanco, y se convierten en vacilantes. Y otros, que se suponían creyentes a rajatabla, al enfrentarse con el misterio del más allá, han descubierto sus dudas.

-En un corto espacio de tiempo le encontramos en dos libros de temática similar. Uno, el suyo propio; otro, como entrevistado, en el libro de D. José Luis Olaizola. En este último, usted se manifiesta en un estado dubitativo con respecto a la fe. ¿No es paradójico que una persona que duda sea el encargado de, a su vez, preguntar a otros por su fe?

-No. El fundamento, que además es común a todas las religiones, de que existe un Ser Supremo, siempre lo he tenido claro. Es el concepto de pertenecer a una única iglesia, poseedora de la única y gran verdad, lo que se está desmoronando.

-¿Cómo vive usted, desde su perspectiva dominante de la historia reciente de España, nuestra situación actual?

-Pues mire, como conocí a los socialistas antes de la guerra (Largo Caballero, etc.), cuando ganaron en el 82, yo preví la gran catástrofe porque les conozco. Y, desde mi punto de vista, el tiempo me ha dado la razón.
La situación actual se parece a la del año 1934 y 1935 que yo describo en "Los cipreses creen en Dios", salvo en que ahora hay una clase media que impide que la crispación llegue a más, actuando como colchón entre patrones y obreros, e impidiendo la guerra civil.

-¿Qué siente cuando escucha la palabra "catalán" y "catalanista" como arma arrojadiza?

-Pues siento mucha preocupación, porque se están radicalizando de una forma tan seria, tan grave... Es un error histórico monumental de Jordi Pujol y Convergencia, a los que yo votaba al principio. Se han entregado al PSOE. Sin ellos el PSOE ya no mandaría. Cederles los diez escaños para que gobiernen con mayoría absoluta ha sido, a mi entender, una especie de traición.
Y luego, acerca del idioma, se están radicalizando de un modo que no tiene sentido. Si usted viera, en las escuelas están siempre con el catalán. El castellano es casi una ofensa. Y cualquier cosa que se diga contra el Barça es un ataque a Cataluña. Y ya no digamos si se dice que Jordi Pujol es bajito. Siempre es un ataque a Cataluña.

-¿Usted siempre escribe en castellano?

-Siempre. Cuando yo comencé a escribir, en el año 46 (que gané el premio Nadal) el catalán estaba prohibido; entonces lo escribí en castellano porque en las bases del premio Nadal ponía "entregar originales en castellano". En mi segunda novela (La marea), ocurrió igual.
Me fui a París a escribir "Los cipreses creen en Dios" y el catalán impreso seguia prohibido. Me enamoré del castellano, y lejos de superarlo, mi amor va en aumento, pues es un idioma prodigioso.
Alguna vez he cometido la "torpeza" de decir en público que quería tocar el piano. Encontré un piano de cien teclas, que es el castellano, y otro de ochenta, que es el catalán. Yo escogí el piano de cien teclas, y el otro piano ya no lo toco más.

-¿Qué hay de cierto en todas esas noticias que nos cuentan los medios de comunicación sobre lo que ocurre en Cataluña?

-A veces el ABC exagera y pone cosas que no son verdad. Yo he escrito varias veces al señor Ansón para decirle que tenga cuidado, porque si pone cosas que no son verdad, pierde la autoridad moral para denunciar las que son ciertas, sobre todo en cuestiones del idioma.
No hay ninguna necesidad de exagerar, sólo con decir la verdad basta.

-Volviendo a su libro 100 Nuevos españoles y Dios ¿Usted respondería a su propio cuestionario en público?

-Pues mire, yo creo que a lo largo de mi obra he ido respondiendo largamente a todas estas preguntas, pues ha sido un tema recurrente en mis libros. Si usted lee "Carta a mi madre muerta", "La duda inquietante", o "El escándalo de Tierra Santa", podrá encontrar mis opiniones al respecto.
No obstante, si Dios me da fuerzas para escribir algo más (después de los volúmenes sobre la postguerra), si que lo haré; escribiré una especie de testamento espiritual.

-Sin embargo, tiene que ser muy satisfactorio saber que ha dejado libros de vigencia permanente para la posteridad.

-Dios lo quiera. Sin embargo, estoy viendo que a gente mucho más importante que yo, por ejemplo de la Generación del 98 (Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, etc.) los jóvenes no les han oído nombrar nunca.

De Marañón casi todos dicen que fue un futbolista. Los únicos que se sostienen un poco son Pio Baroja y Galdós, pero de los demás no se acuerda nadie. Y no digamos de gente como Alvaro Cunqueiro, o González Ruano. ¿Por qué esos han desaparecido y yo voy a permanecer? Una fotografía en las enciclopedias y poco más, supongo.

-¿Cuando tiene usted planeado publicar esa quinta parte de "Los cipreses creen en Dios"?

-La quinta parte espero que se publique dentro de un par de años, y luego la sexta dependerá de mis fuerzas. Antes trabajaba hasta diez horas al día, pero ahora me canso mucho, y sólo puedo trabajar cuatro, aunque ese tiempo, bien aprovechado, cunde mucho.

jueves, 1 de mayo de 2014

Antigua Grecia y religión

He leído estos días unos artículos sobre la Grecia clásica (revista MUY HISTORIA nº 42, año 2012), de la cual tanta influencia ha llegado hasta nuestra civilización occidental moderna.

Hay muchas cosas que me han llamado la atención, aunque muchas son también las que ya conocía por los estudios de bachiller y otras lecturas ocasionales sobre el tema.

Estos artículos me han proporcionado también una visión más de conjunto, con una cierta linea temporal que ha dado más coherencia a unos conocimientos sobre el tema, los míos, más bien inconexos.

En otras entradas tal vez haga nuevas reflexiones sobre este tema, pero hoy me voy a ceñir a un aspecto, el religioso. No es que yo sea un experto en absoluto, pero me gusta comparar y observar cómo la Humanidad ha tratado diversos temas en el pasado para tener una mejor perspectiva al analizar el presente. Y un tema muy importante, nos guste o no, es el de la religión.

Dice el texto que los griegos no tenían religión, sino mitos. Los mitos eran unas tradiciones verbales y escritas que describían a los dioses que gobiernan el mundo, así como su historia: nacimiento, crecimiento y vicisitudes. Los dioses así reflejados eran tremendamente humanos: sentían pasiones y deseos muy similares a los de cualquier humano, se parecían en prácticamente todo a nosotros salvo en que eran inmortales y tenían ciertos poderes que estaban vedados al común mortal.

Aquí hay un comienzo de conexión con nuestro mundo moderno. La versión actualizada de los dioses y semi-dioses griegos son los superhéroes. Es incleíble cómo las películas sobre estos seres atraen al público de todo el mundo y son, una vez tras otra, auténticos éxitos de taquilla. Por supuesto, ahora sabemos que esos seres son fantásticos, es decir, irreales, pero nos permiten soñar con un mundo más justo y más seguro. Ahí radica seguramente su atractivo.

A los antiguos griegos nos les importaba que sus dioses tuvieran debilidades humanas como ellos o, tal vez, incluso preferían que fueran así, porque de esta forma era esperable que se dejaran agasajar por las ofrendas del creyente como se dejaría ablandar un humano con las dádivas de otro ser humano.

Los griegos hacían ofrendas a estos dioses para ganarse su favor, pero siempre eran ofrendas externas: sacrificios de ganado o exvotos que se entregaban al templo y enriquecían su tesoro. No implicaba un esfuerzo personal de superación moral.

Otra forma de expresar su religiosidad era la consulta de los oráculos para saber si los dioses les iban a ser favorables, siendo los oráculos de Delfos y de Dodona los más famosos, aunque hubo muchos otros.

¿Qué es la consulta de videntes, tarot, echadores de cartas, horóscopos, etc. que inunda nuestra época sino una manifestación más de esa religiosidad pagana que ya exhibían los pueblos antiguos?

Afortunadamente ahora confiamos más en la medicina científica que en los poderes del dios Asclapio, el que según los antiguos griegos velaba por la salud de todos.

Hay mucha gente que cree que debemos volver a las antiguas religiones, aunque no lo expresan así. Son personas que creen en los poderes sobrenaturales de las piedras o en vibraciones positivas o negativas, en la madre Gaia, etc. (se conoce como la Nueva Era).

Es decir, al diluírse en Occidente la religión tradicional, el cristianismo, se observa cómo la gente se inclina a creencias paganas, sin base científica, pero que les hace sentirse mejor en el mundo, que les ofrece una especie de reconciliación con lo que significa nuestra vida en este mundo. Es el mismo efecto que ofrecen las religiones tradicionales: dar un sentido a la vida. No sé si será muy osado por mi parte, pero yo me atrevo, por eso, a llamarlas religiones paganas, y que me perdonen sus seguidores si les ofende la expresión.